Capítulo 42

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Bien. Quizá si no se lo haya tomado a la perfección.

Había manejado hasta aquí por media hora, y opté por quedarme en la entrada del recinto hasta que saliera. No había sido mucho tiempo después, cuando un par de personas comenzaron a salir. Luego, un gran grupo, probablemente del horario de cursada de último tarde noche, salieron del lugar. Permanecí en el auto hasta que Aaron salió minutos después.

Con una camisa oscura, pantalones de vestir y acomodando la mochila con los cuadernos, se veía malditamente atractivo. Junto a él, un chico cercano a su edad caminaba a su lado. Parecía estar contándole algo, compenetrado en el tema y haciendo gestos expresivos con sus manos. Continuaron caminando unos metros más, aún metidos de lleno en la conversación, pero aquel chico levantó la vista y me descubrió observándolos desde el capó. Murmuró algo por lo bajo a Aaron, y éste no tardó en levantar la vista hacia mi lugar. Su mirada no fue exactamente de contento. Ellos se desviaron para llegar hasta mi lugar, y pemanecí quieta hasta que llegaran.

—Audrey —dice tieso, sin deje de cariño en su voz. Suspiro.

—Aaron —respondo con el mismo tono, haciendo una mueca.

—Eric, un gusto —se presenta el chico a su lado, y me giro para prestarle atención, aún cuando mi novio no deja de observarme con un gesto que no logro descifrar. Eric extiende su mano hacia mi, y su formalidad me sorprende. No tardo en devolverle el gesto—. ¿Eres alumna?

Me río, negando.

—Bien, porque se nos prohíbe salir con ellas..

—Es mi novia, idiota —lo interrumpe Aaron, bufando y apareciendo en la conversación de manera repentina. Luego voltea a mirarme una vez más, y yo me encojo de hombros.

Eric se asombra, y su expresión divertida cambia a una incómoda. Musita algo que no llego a escuchar. Trato de averiguar con mi mirada de quién se trata, porque parecen cercanos. No lleva camisa, y no está formal, a decir por el saco que trae entre manos. Mi novio sigue observándome, pero no tiene intención de presentarnos tampoco. Por lo que decido hacerlo yo.

—Sí, soy su novia, Audrey Bell. Un gusto.. —le digo, y éste me sonríe—. ¿Eres profesor?

—No, trabajo en la parte de informática. Trabajamos juntos —me explica Eric, ya más tranquilo y con tono natural—. Lamento lo que dije. Debí suponerlo. Me sorpendí al verte.

—Sigo aquí —rueda los ojos Aaron, y éste lo codea—. Ya quedó claro. Es bonita, pero es mi novia. Quita tus malditas garras, Eric.

—Solo estoy bromeando. No hace falta que mees en territorio cerrado —le contesta Eric sonriendo. Yo me río, y me uno a su humor—. De todas formas, ya debo irme. Espero verte en otra ocasión, Audrey. Un gusto. Y adiós, perro gruñón. Nos vemos el lunes.

Aaron lo saluda aún con una mueca, pero por su expresión sé que deben de llevarse demasiado bien como para no expresar más que eso. Eric, con un último gesto de manos, se va saludándonos y se pierde en el camino. Me volteo para mirar a mi novio, quien todavía mantiene fija la mirada en la carretera. Sabe que tengo mis ojos fijo en él, pero espero a que diga algo. Pero cuando pasan los segundos y sigue en la misma posición, suspiro molesta.

—¿Puedes dejar el enojo y alegrarte de que quise tener un gesto lindo contigo?

Él me observa por primera vez, luego de largos minutos.

—¿No vas a decirme nada ahora? —le pregunto, cuando el tiempo pasa, y éste se queda fijo en mis ojos, transmitiendo sus emociones, pero controlando sus palabras—. No quería que te enojes, ¿sí? Solo quería sorprenderte. Mira, llegué ilesa. El ca..

NUESTROS LEMAS #2Where stories live. Discover now