#33

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Continuación de la parte #30, espero les guste. Disfruten

La puerta de la habitación se abrió dejando entrar la claridad que en el pasillo reinaba haciendo que los ojos del chico se abrieran repentinamente, sus pupilas comenzaron a recorrer toda la habitación intentando descifrar donde se encontraba, buscando, con esfuerzo levantarse de aquella cama o por lo menos sentarse.

El llanto desesperado de la mujer que había entrado lo hizo sobresaltarse, preguntándose por qué aquella señora lloraba de esa manera hasta que vio el cuerpo de una bella chica conectada a un montón de cables, agujas y sueros. No sabía que había pasado con ella, ni porque él mismo se encontraba ahí pero aquella chica había llamado muchísimo su atención a pesar de que su cara, cuello y hombros estaban todos machucados y lleno de moretones de diferentes colores, debido a la maduración y los golpes.

Empezó a ver como la mujer lloraba y tomaba la mano de la chica en la camilla continua a la suya, no podía creer lo que oía, su madre a pesar de que le prohibía juntarse con gente mala la chica lo seguía haciendo y por eso había terminado así. El chico negó con la cabeza al entender la situación y se volvió a recostar en aquella camilla escuchando a la mujer, pensando en si no le daba vergüenza llorar al frente de él de esa manera.

La mujer se atragantó con su propia saliva al sollozar mientras decía el nombre de su hija que no salió nada claro y ahí el chico se preocupó y le preguntó si se encontraba bien

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La mujer se atragantó con su propia saliva al sollozar mientras decía el nombre de su hija que no salió nada claro y ahí el chico se preocupó y le preguntó si se encontraba bien. La mujer detuvo su llanto y clavó la mirada en el chico sin contestarle absolutamente nada, cerró fuerte sus ojos mientras sus manos hacían lo mismo y sus lágrimas continuaban cayendo. Su cuerpo se tensó al ver como la mujer se levantaba, parecía dominante y maligna pero se sorprendió al escuchar nuevamente su llanto y ver como se iba de la habitación volviendo a dejar aquel lugar a oscuras.

La situación parecía repetirse solamente que esta vez entraba una enfermera y lo único que se oía en la habitación era el incesante chirrido de las ruedas del carrito donde traía los típicos instrumentos de curación

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La situación parecía repetirse solamente que esta vez entraba una enfermera y lo único que se oía en la habitación era el incesante chirrido de las ruedas del carrito donde traía los típicos instrumentos de curación. La mujer siguió avanzando y dejo su carrito entre las dos camas allí presentes; se suponía que las personas con un oficio — sobre todo los doctores— debían separar la vida personal de la vida laboral, pero aquella enfermera con todo el cuidado y el amor del mundo tomó el brazo de la chica y comenzó a pasarle una crema por el pequeño resecamiento que allí comenzaba a verse.

ᴛᴀᴇʜʏᴜɴɢ's ʀᴇᴀᴄᴛɪᴏɴsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora