Árbol De Cerezo (YoonSeok/SOPE)

Capítulo 3

- ¡Hey! ¡Aquí! -el pequeño Tae-Hyung sacudía su mano al ver a su mejor amigo Hobi junto a su pesadilla, Yoon-Gi.

Tae-Hyung no quería a Min Yoon-Gi, era muy claro. Tae sentía que Yoon-Gi en algún momento le robaría el amor de su mejor amigo y no quería eso, además de que Tae tenía sus sentimientos de cabeza por culpa de Ho-Seok y no quería que nadie lo apartara de su lado y Yoon era una amenaza. Él sabía de los sentimientos de su mejor amigo hacia el chico de piel blanca y con más razón no lo quería cerca de él.

No quería que nadie hiriera a su pequeño sol terrenal.

Ho-Seok y Yoon-Gi se fueron acercando al árbol de cerezo que quedaba frente asu instituto, donde se encontraba el pequeño Tae-Hyung.

- Buen día, sol terrenal -el pequeño Tae se acercó a su amigo para darle un súper abrazo como todas las mañanas, pero éste no le correspondió.

- Hasta pronto, chicos -se despidió Min.

- Hasta pronto -dijo Hobi sin ánimos.

Tae observó como se alejaba el mayor y se posicionó frente a Hobi tomando sus mejillas.

- ¿Qué tienes? ¿Te hizo algo? Si te hizo algo, iré a decirle sus cuántas verdades -soltó las mejillas de Hobi y se disponía a emprender camino en dirección a Yoon-Gi, pero Hobi tomó su mano y entrelazo sus dedos con los de él.

- No me hizo nada, es sólo que tuve una pequeña ilusión -el pequeño dió un leve suspiro -. Dame un abrazo, por favor.

A Tae le dolía ver a su mejor amigo en ese estado así que optó por abrazarlo sin soltar su mano. El pequeño sabía que su mejor amigo estaba bajo de ánimo por culpa de Min, él suponía que Min de nuevo no correspondía a los sentimientos de su amigo.

Dolía ver a Hobi así, él estaba acostumbrado a verlo sonreír siempre y contar miles de historias que él mismo inventaba y ésta vez no era como todos los días.

- Ven, ven, tú sabes que yo te quiero mucho y estaré siempre para ti, Hobito -el menor acariciaba el cabello de su mayor que sólo hacía sollozar -. Ya, vamos a la biblioteca y le decimos a Nam que nos lea uno de esos libros de filosofía.

- Ni... ni siquiera entiendes esos libros, TaeTae -hipeaba el mayor y sonreía a la vez.

- Lo sé, pero me gusta verlos discutir a ambos sobre esas teorías locas.

- Gracias por ser mi amigo, Tae.

- Gracias por ser parte de mi cielo, sol terrenal.

Y diciendo esto, Hobi se separó del abrazo y pasó su brazo por sus ojitos para secar unas cuántas lágrimas e ingresar al Instituto tomado de la mano de su amigo.
Todos aquellos que los veían no podían creer que un niño de 12 años se llevara tan extremadamente bien con uno de 10, además de que cuando estaban juntos, ni siquiera se sabía quien era el mayor; a veces Tae lo parecía, a veces Seok.
Ver a esos dos chicos corriendo por los pasillos tomados de la mano, ya no era tan extraño como antes que les hacían comentarios homófobos, después, entendieron que todo se trataba de una bonita amistad... aunque nadie sabía de los sentimientos de Tae ni de los sentimientos de Hobi.

Todo, como siempre, quedaba en duda.

Tae-Hyung se dirigió al aula que le correspondía despidiéndose de Hobi con un choque de puños especial en ambos. Hobi tomó rumbo a su aula correspondiente...

- Oye, fíjate por donde caminas -una niña hermosa de piel pálida había chocado con el pequeño que iba feliz dando saltitos hasta su aula.

- Discúlpame, es sólo que...

- Es sólo que por andar en tu mundito tonto de fantasía no te fijaste por donde andabas. Dando brinquitos cual m...

- Déjalo, Sun-Mi -Min Yoon-Gi llegó como ángel del cielo para el pequeño -. ¿Estás bien, Hobi?

- Si, no te preocupes, ve con ella.

- No, te trató feo y no permitiré eso, tú eres mi amigo y nadie trata de esa manera a mis amigos. Fue un accidente.

- Ella es la chica que amas, no deberías dejarla ir sólo por un pequeño accidente y sí tenía derecho de tratarme así... fui yo quien andaba algo despistado. Dijiste que la seguirías conquistando y la alejarás -se limitó a sonreír.

-Eres todo un sol, en serio, pero no dejaré esto así. Espera.

Mientras Ho-Seok esperaba por el chico de piel blanca, se puso a pensar en lo iluso que siempre ha sido, en lo niño que aún sigue siendo, ¿dar brinquitos como si fuera aun un niño de 8 años hasta llegar a su aula? Eso no lo hacen los niños de su edad, pero su última cuestión siempre era, ¿eso no es lo que me define? Y si, eso lo definía, y con sólo esa cuestión rondando en su mentecita, ya se sentía feliz y alegre de nuevo.

- Pídele perdón a Ho-Seok, Lee Sun-Mi -llegó el mayor de nuevo junto a la chica con la que había tropezado Hobi hace unos instantes.

- Oh, Min, no hay nece...

- No sigas, Hobi, ella tiene que decirte algo, ¿no es así, Lee?

- Está bien -la mayor rodó sus ojos -. Te pido disculpas, Jung Ho-Seok, fui yo la que no te vio. Perdóname, no tenía por qué tratarte así.

- No te preocupes, pondré más cuidado para la próxima, Noona -el pequeño hizo su adorable sonrisa para luego hacer una reverencia y despedirse de sus mayores.

- No era tan difícil -dijo Yoon-Gi.

- Sí, sí lo fue.

Cada estudiante se dirigió a su aula para tomar su respectiva clase. Una mañana no tan agitada para algunos, para otros sí.

Lo bueno de la mañana fue la llegada de la tarde. Sonó el timbre que daba la hora de salida y todos los estudiantes dichosos y contentos porque llegaba el fin de semana. Un fin de semana lleno de paseos, de juegos, de cosas divertidas para niños y jóvenes... Y ahí estaban Nam-Joon, Ho-Seok, Tae-Hyung y Ji-Min, cuatro chicos que harían una pijamada entre ellos para hablar de libros y contar historias llenas de fantasía y de miedo.

Ese cuarteto era el mejor cuarteto de amigos que podía existir. Cada uno con algo diferente que contar cada día; cada uno con un don que explotar; cada uno feliz y dichoso sólo por ser amigos y es que podían estar debajo de un árbol sólo viendo al cielo, pero el estar ellos cuatro juntos, implicaba paz, tranquilidad y una muy, muy buena compañía. Así no hablarán de nada y estuvieran en un silencio eterno, estar juntos era algo agradable.

Y es que tenerse a ellos mismos y haberse conocido había sido de las más bonitas experiencias en la vida de cada uno. No necesitaban a nadie más.