Capítulo IV

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Días después.

Melody caminaba con la bolsa del aseo en su mano izquierda y la linterna en la mano derecha, se suponía que ese era trabajo de Groger pero el moreno ya estaba bastante ocupado con unos ebrios que se negaban a abandonar el local. Llevaban casi una hora de haber cerrado el lugar, pero debían de dejar todo arreglado para no hacer mucho al día siguiente, por eso estaba allí llevando la bolsa hasta el contenedor de basura que estaba justo en un callejón del lado derecho del local.

Ella sintió el frío de la noche golpear su rostro, hacía mucho frío a esa hora de la madrugada y detestaba no llevar su suéter en esos momentos. Con desgana colocó la bolsa repleta de desechos en el contenedor y se giró con ansias de regresar al interior de ese lugar, pero no pudo llegar muy lejos porque una mano se colocó en su boca y la otra la sostuvo de la cintura ejerciendo fuerza para jalarla hacia atrás, intentó gritar pero era imposible, la linterna en su mano cayó ante la impresión y el inminente olor a ebrio cubrió su nariz haciéndola arrugar el gesto por el pestoso olor.

─No grites preciosa, hoy tenemos ganas de divertirme y tú me ayudarás ─ Dijo el hombre con su asqueroso aliento cerca de su cuello cuando ella intentó gritar otra vez.

Melody miro al cielo y dio las gracias porque aquel hombre no tuviera un arma, dándole oportunidad de defenderse. Así que sin que el hombre lo esperara le dio un codazo en sus costillas derechas logrando que se inclinara un poco, aprovechando este movimiento le dio un cabezazo con la parte trasera de su cabeza, aunque eso la dejara luego con fuerte dolor a ella.

Ante ese golpe el hombre la soltó llevándose las manos a la cabeza intentando orientarse, lo que ella aprovecho para tomar la linterna y correr hacia el interior del burdel, ya adentro pediría algo de ayuda.

Entre su huía no se percató del pelinegro que salía del baño de hombres chocando con este, ella cayó al suelo confundida por el impacto encontrándose al levantar la vista unos intimidantes ojos azules que la observaban con el ceño fruncido, molesto por el impacto provocado. Ella un poco desconcertada por lo que su mirada la hacía sentir se levantó del suelo y cuando aquel pelinegro abrió la boca para hablar, el ebrio del callejón apareció en escena mirándola furioso por la sangre que brotaba de su nariz.

Ese hombre intentó acercarse y ya ella estaba lista para llamar a Groger, pero no hizo falta porque el pelinegro de ojos azules se interpuso entre ese hombre y ella, el ebrio intentó hacerlo a un lado sin embargo no pudo porque el pelinegro lo empujó lejos, nuevamente hacia el callejón a pesar de los esfuerzos del otro por volver hacia ella. Preocupada iba en busca de ayuda cuando el rubio que la ayudó la otra vez apareció junto a un moreno, y ambos terminaron por llevar a ese ebrio fuera del local.

El pelinegro regreso sobre sus pasos llegando hasta ella, Dean la miró directamente a los ojos encontrándose con un hermoso gris claro que lo hipnotizo por pequeños segundos.

─Muchas gracias ─ Dijo ella un poco intimidada ante su presencia ─. Y disculpe lo de hace un momento ─ Añadió refiriéndose al choque.

Él la miro y negó con la cabeza.

─No tiene nada por lo que agradecerme, solo hice lo que un hombre cuerdo haría si ve que una persona necesita de su ayuda ─ Dijo de manera calmada.

Melody trago saliva al escuchar su voz, era como fuego para su bajo vientre, su voz era suave pero un poco ronca. Ese tono ronco que te hace humedecer las bragas y desear tocarte allí abajo, porque sí, justo eso era el efecto que había tenido en ella.

Ese momento de ellos dos solos le permitió analizar sus facciones encontrándose con un rostro perfectamente atractivo, desde sus ojos como dos mares hasta esos finos labios que provocaban ser mordidos para darle un ligero tono rojizo. Las mejillas de ella se sonrojaron al pensar en cómo se sentirían sus labios sobre los de ella.

Dean MichelakisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora