Capítulo XXXIII

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A los 10 minutos la puerta fue abierta ella ni se giró solo estaba concentrada en una de las revistas que descansaban sobre la mesa del salón, sus pasos se escucharon detrás de ella pero sabía que no le haría nada malo, solo tenían que hablar era necesario para ellos.

Dean llegó a su altura y alzó una ceja al ver que ella no lo miraba, dirigió la vista a Trent y este se encogió de hombros sin comprender qué sucedía.

─Dean, si vamos hablar será sin Hank ni Trent ─ No lo miro, solo observó la siguiente página de la revista ─. No es contra ustedes chicos, pero necesitamos privacidad ─ Miro a Dean ─. Tenemos que hablar de algo muy importante.

El pelinegro asintió y luego de mirar hacia sus guardas espaldas les hizo una seña hacia la puerta, de modo que debieran retirarse.

Ellos asintieron y salieron de allí, dejándolos solos. Dean se sentó en el sofá frente a ella y la observo por unos minutos ojear las páginas de la revista.

─Melody tenemos que hablar.

─ ¿Sabes cuánto tiempo te espere?, ¿Sabes cuánto te he extrañado? – Ella no lo miraba pero no se le paso de ser percibido el quiebre de su voz y la lágrima que cayó hacia las revista, quiso ir hacia pero también darle su tiempo.

─Melody, no eres la única que ha sufrido con esto – Ella lo miro molesta ante sus palabras.

─ ¡Te fuiste Dean! Te fuiste cuando más te necesitaba – Dejó la revista a un lado ─. ¿Crees saber cómo me sentí?, ¿Crees tener alguna idea de lo que sentí? De lo que llore. Joder, te espere por meses y no fue fácil. No era fácil intentar mostrarle al mundo que tú no me hacías falta, no era fácil mantenerme emocionalmente estable para – Guardó silencio un momento, bajo la mirada y luego lo miro a él con lágrimas descendiendo por sus mejillas ─, nuestro hijo – Susurro.

─Peque...

─Déjame terminar ─ Siseo ─. Cuando desperté en ese hospital no sabía lo que había sucedido, no recordaba nada ¡Nada! Pero solo había una certeza, tú no estabas y yo estaba embarazada. Durante todos estos meses he contado el apoyo de Erika y Groger, ellos me han cuidado y han hecho eso que tú no hiciste porque te fuiste – Lo miro con ira ─. He esperado por meses volver a verte Dean, gritarte en la cara lo que me has hecho, decirte que nunca tendrás el derecho de mi bebé – Él tragó saliva al oír sus palabras ─. Pero joder, te extrañe como una loca ─ Dijo antes de levantarse del mueble y caminar hacia él.

Ella se sentó a horcajadas sobre su regazo y lo beso, lo beso con ira, furia y pasión. Lo extrañaba tanto, lo deseaba del mismo modo y aunque estuviera molesta con él, en esos momentos deseaba sentirlo, sentir su tacto y su calor como hace unas horas antes, lo necesitaba a él.

Le mordió el labio inferior con fuerza haciendo que un poco de sangre saliera de él, ella se separó y lo miro.

─Dime ahora si solo vienes por un rato o si te vas a quedar para siempre ─ Era una batalla de azul contra gris, uno deseaba el perdón y el otro añoraba perdonar.

─Me quedare para siempre ─ Dijo sin despegar la mirada de sus ojos y con la sangre goteando de su labio inferior.

Ella sonrió.

─En ese caso debes compensarme todo el tiempo perdido – Él rió ante sus palabras y la beso otra vez, lento pero contundente demostrándole lo mucho que la había extrañado.

─Pero antes tienes que explicarme lo de esta noche, ¿por qué volviste a trabajar con ellos? – La miro frunció el ceño.

Ella asintió y suspiro sabiendo que era algo necesario de hablar, iba a levantarse pero él no se lo impidió. Se restregó un poco viendo gruñir por el acto.

Dean MichelakisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora