Capítulo VI

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Días después.

Habían pasado cuatro días después del desastre ocurrido hace algunas noches luego del espectáculo dado por la Diosa.

El lugar después de lo acontecido había quedado casi destruido, algunas mesas y sillas no tuvieron reparación y fue necesario adquirir nuevos muebles aunque el diseño no era el mismo, se parecía un poco y funcionaba de momento para la decoración del local.

Para fortuna de la señora Bella, la mayoría de los gastos fueron cubiertos por el seguro que resguardaba el lugar, pero eso no compensaba del todo el tiempo perdido tras lo sucedido. Suceso que los hizo considerar la necesidad de mayor seguridad para controlar a los ebrios y para evitar que situaciones como lo pasado con Erika esa noche, no quería pensar que hubieran hecho esos hombres si no se habría llevado el bate hacia allá. Es por ello que Bella había contratado a otros dos hombres que apoyarían a Groger para proteger el local.

Ella suspiró mientras estaba limpiando con un pequeño pañuelo la copa que tenía en sus manos, el burdel había cerrado sus puertas hace tan solo 20 minutos y ahora se preguntaba ¿cómo volvería a su casa? Era excesivamente tarde para su gusto ya que pasaban de las 4am, habían cerrado más tarde de lo usual debido a la excesiva clientela de esa noche y para recuperar el tiempo perdido tras los días de no haber trabajado, además seguía necesitando el dinero y como única barman debía quedarse hasta que el lugar cerrase.

Con cuidado dejo la copa en su lugar y extendió el pañuelo en un lateral de la barra para que este se secará, tomó su bolso, la chaqueta y salió de allí hacia la entrada del lugar. Antes de llegar a la entrada escuchó voces desde el pasillo izquierdo del escenario, se detuvo confundida sin comprender, se suponía ya las bailarinas no estaban desde hace como hace una hora y ese era el pasillo en donde justo se encontraban los camerinos. Todavía confundida iba a seguir su camino hasta que lo vio, el pelinegro que se había descubierto en algunas ocasiones pensando salió de uno de los camerinos, específicamente el camerino perteneciente a la Diosa, frunció el ceño, ella hoy no tuvo presentación.

Pero como que el destino estaba en su contra porque detrás de él iba justamente la Diosa, quien tras cerrar la puerta y verla ahí de pie frunció el ceño, evidentemente molesta. El pelinegro estaba tecleando algo en su teléfono por lo que no se había dado cuenta de su presencia.

Aprovechando la distracción de él y un tanto incómoda por la mirada de ella, continuó su camino hacia la entrada del lugar, al llegar se colocó la chaqueta y luego de despedirse de los chicos de seguridad salió al exterior, sintiendo el aire frío golpear su rostro y soltando el aire que no sabía estaba reteniendo en su interior, permitiéndose respirar más calmada.

Al emprender su camino se percató del vehículo estacionado frente al local, sabía perfectamente que era de él, lo había visto en varias ocasiones subirse a ese como la pasada noche del evento en donde junto con la Diosa, ambos se habían ido en esa misma camioneta. Sintiendo una molesta en su interior al pensar que esa noche se irían juntos se apresuró a comenzar su camino, tenía un apartamento al que llegar y ya era bastante tarde como para seguir retrasándose más.

Mientras caminaba se mantenía alerta, no quería ser sorprendida por algún maleante y todavía restaban tres calles hasta llegar a su apartamento. Necesitaba buscar un apartamento más cercano, fue lo primero que vino a su mente al pensar en la distancia que había desde su trabajo hasta su hogar, porque sabía que esa era la primera noche de muchas otras y cambiar de trabajo no era una opción, no sabía cómo, pero primero tenía que demostrar que esos cargos eran inútiles para que le pudieran dar algún otro trabajo.

Cuando ya faltaban dos calles para llegar a su casa, sintió el sonido de un auto acercándose, poniéndola alerta y preparándose para correr en cualquier momento aferró con su mano derecha el bolso que llevaba consigo.

El vehículo la adelantó en la esquina deteniéndose justo frente a ella, su pulso se aceleró y dio unos pasos hacia atrás esperando lo peor. La puerta de atrás se abrió mostrando a un atractivo pelinegro que la observaba analizándola, ella suspiro calmada al reconocerlo, era él y estaba justo frente a ella.

─ ¿Qué hace usted a estas horas caminando sola en la calle?, ¿No le han dicho que eso es peligroso? ─ Preguntó hipnotizándola unos segundos con su voz.

─Es el único camino que me lleva a casa y a estas horas no hay buses ─ Fue todo lo que dijo aferrándose a su bolso, ese hombre la ponía nerviosa.

Él la examinó y luego el lugar.

─Podrían secuestrarla ─ Atinó a decir con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.

¿Eso qué quería decir?, ¿La secuestraría? Porque sí de algo estaba segura, es que ese hombre no era un actor famoso, su perfil no encajaba para nada con un actor lo que la llevaba a pensar que era un criminal, uno inteligente y adinerado ya que no estaba en prisión y no parecía esconderse del mundo.

─Puedo correr ─ Dijo, no desvelando que también podría dar unos buenos golpes si era necesario.

Dean sonrió para sus adentros, realmente esa mujer estaba llena de sorpresas y a él le estaba gustando un poco esas sorpresas.

─Suba ─ Descendió del vehículo para dejarla subir primero. Ella lo miro desconcertaba y parecía que en cualquier momento saldría corriendo.

─ ¿Qué?

─La llevaré a su casa, no permitiré que siga caminando sola a estas horas de la madrugada es muy peligroso para usted ─ Expresó abriendo más la puerta para ella.

Melody iba a rechazar la oferta pero una parte de ella quería saber más sobre él, así que en contra de todo lo aprendido en el entrenamiento subió al vehículo quedando justo entre el pelinegro y Hank, el rubio que en el pasado la había rescatado de una situación peligrosa.

─Indíquele su dirección a Jackson, por favor – Pidió Dean tras cerrar la puerta al subir. Ella dio su dirección al conductor y como no quedaba mucho por recorrer, pocos minutos después el vehículo se estacionaba frente a su edificio.

El pelinegro abrió la puerta y fue el primero en descender, ella le siguió dándole las gracias a los cuatro por haberla llevado hasta allí. Dean la acompañó hasta la entrada del edificio en donde ella marcó un código y luego de unos minutos la puerta se abrió.

Melody se giró para despedirse pero se encontró con la mirada azulada de él y su mundo se detuvo por unos segundos, sus ojos parecían hipnotizarla y eso la desconcertaba un poco, no fue hasta que él habló que salió del embrujo.

─Debería entrar señorita, está haciendo un poco de frío esta madrugada ─ Ella tragó saliva asintiendo y desvió la mirada.

─Cla... claro ─ Dijo entrando en el edificio, pero antes de cerrar lo llamó.

Dean ya había llegado a la puerta de la camioneta cuando se giró y la miró.

─ ¿Sucede algo? ─ Preguntó extrañado.

─No me ha dicho su nombre ─ Soltó sin más, esperando no pasar de imbécil.

Él le dedicó una sonrisa y dijo:

─Me llamo Dean, Dean Michelakis – Ella asintió con las mejillas sonrojadas y agradecí internamente poder darle un nombre.

─Muchas gracias por traerme, señor Michelakis ─ Lo miró por última vez antes de cerrar la puerta y quedar detrás de ella por unos minutos, analizando todo lo que había acontecido.

Dean MichelakisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora