Capítulo III

171 11 0
                                    

Caminaba o mejor dicho, casi corría de un lado al otro con las bebidas listas para entregar y vasos vacíos que recogía apenas el cliente se tomaba el contenido, ¿el motivo? El lugar estaba lleno de personas y aunque Erika la ayudaba en algunas ocasiones, ella tenía que acostumbrarse a ese nuevo ritmo de trabajo, además, era su primer día luego se adaptaría.

El burdel abría sus puertas a las 19.30 horas para ser exactos pero no era sino hasta las 21.00 que el local se llenaba al completo por lo que le había comentado Erika, eso era porque a las 22.30 horas era el show más esperado de la noche, espectáculo que solo se daban los viernes, sábados y domingos por la noche. Erika le había dicho que todos allí iban por la Diosa, una bailarina con caderas exóticas y que escondía su rostro tras un antifaz, ella era el principal atrayente de aquel burdel.

También le dijo que las demás bailarinas eran un poco odiosas al igual que las meseras, algo que certificó ella misma una vez el lugar abrió sus puertas. Erika era la única que la había ayudado sin necesidad de pedírselo, en cambio las demás solo la miraban por encima del hombro y luego hacían como si no hubieran observado en su dirección.

Suspirando miro el reloj y observó que solo faltaban 2 horas para cerrar el lugar y poder así descansar porque debía admitir que le dolían los brazos de tanto cargar bandejas con bebidas y vasos vacíos, a pesar de sentirse cansada no se permitió quejarse y se ordenó seguir con su trabajo, ella había rogado por esa oportunidad así que debía adaptarse.

Dean Michelakis.

Jackson detuvo el vehículo al frente de la entrada al burdel Pretty Girl, solo esperaba que Rebekah tuviera razón y no haber ido a perder el tiempo en un lugar como ese.

Sin esperar que Hank le abriese la puerta, él mismo lo hizo y se encaminó a la entrada del local donde había un hombre moreno vestido de negro, debía ser el vigilante encargado de cuidar el lugar. El hombre lo miró nada más llegar a su altura y serio le dijo:

─Su pase ─ Dean sabía a través de la información que había suministrado su hermana que para el ingreso a ese lugar se necesitaba de un pase, pero él no tenía dicho pase así que sacó su cartera y lo observo directo a los ojos.

─ ¿Cuánto quieres? ─ Preguntó.

─Sin pase, no entra ─ Molesto por la contestación iba a volver a insistir, pero fue interrumpido.

─El señor Michelakis, es el cliente que está esperando la Diosa está noche ─ Indicó Trent, mirando serio al moreno.

El hombre frunció el ceño y desafiante observó a Trent, yo miré a Trent confirmando mis sospechas, él siempre supo dónde estaba ella.

─En ese caso, deberán...

─Era una florecilla marchita y sin vida, pero con el tiempo revivió y ahora está más hermosa que cuando alguna vez dijo adiós ─ Recetó Trent, sabiéndose la frase memoria. El moreno lo miro sorprendido y con un asentimiento se hizo a un lado abriendo la puerta para dejarnos entrar.

Pasamos por un pequeño pasillo poco iluminado hasta llegar a un lugar repleto de personas, miré a Trent por encima del hombro y esperé al siguiente movimiento, si él sabía aquella frase y que la diosa me estaba esperando, él sabría a dónde tendría que ir ahora.

─Sígame ─ Dijo por sobre la música guiándome entre la gente hasta una mesa reservada en la esquina derecha del pequeño escenario ─. Esta mesa es para usted ─ Asentí, sentándome e indicándole que hiciera lo mismo.

Dean MichelakisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora