Se levantó perezosamente de la cama y fue a recoger su ropa que estaba regada por todo el suelo de la habitación. Se sonrió de solo pensar en todas las cosas que aquel misterioso manjar le había hecho experimentar. Se mordió el labio cuando se puso las bragas. Se sonrió cuando se subió las ligas. Suspiró al abrocharse los tacones, y mientras se colocaba el brasier dio gracias a Dios que él no la conociera.
Miró por sobre su hombro y vio la cama toda deshecha. Caminó mientras que, cómo podía, se ponía el corsé. Acarició la almohada con la yema de sus dedos, la tomó entre sus manos e inevitablemente la acercó hasta su nariz. Todavía tenía el aroma varonil de aquel hombre. Se sonrió con picardía al sentir que aún estaba su olor impregnado ahí. Dios, como desearía poder llevarse esa almohada con ella. Estaba loca.
La dejó a un lado, era lo mejor, entonces se dispuso a salir de la habitación. Cerró la puerta detrás de ella y caminó a paso lento por el enorme pasillo que hacía unas horas, recorría de la mano de ese hombre. ‹‹ "¿Me permitirías el honor de ser, mi amante de medianoche?" ››. No podía sacarse de la cabeza aquellas palabras tan cargadas de sexualidad, con esa voz que tanto la habían obnubilado. Vaya sí que no se lo podía sacar de la mente. Y era que no, si le había hecho lo que nunca antes otro.
Subió las escaleras deslizando los dedos por el pasamanos esperando encontrar a Rachel, debían volver juntas, ¿verdad? La estuvo esperando aproximadamente una hora en la entrada de aquel salón, y terminó llegando a la conclusión de que su rubia amiga se había quedado a pasar una movida velada con su "hombre". Se sonrió de solo pensarlo.
Espero un taxi, y cuando este llegó le indicó la dirección de la universidad. Miraba a través de la ventana, perdida en sus recuerdos. Todavía podía sentir las caricias de ese hombre por toda su piel. Llevó las manos atrás de su cabeza para quitarse el antifaz, seguramente su maquillaje ya estaba todo corrido por el sudor que había experimentado casi dos horas atrás. De solo imaginarse el cuerpo de ese hombre, se mordió el labio. Sin duda, fue una muy grata velada.
Una, difícil de poder olvidar...
***
—¡Peyton! —gritó Rachel cerca de su oído, al ver que no reaccionaba.
Realmente parecía una muerta, casi le colgaba un hilo de saliva por la boca, la cual estaba entreabierta. Rachel estaba por sacar su celular para tomarle una foto, cuando justo en ese momento Peyton reaccionó.
—Rachel... —susurró —, te voy a matar sino te dejas de gritar en mi oído —su voz estaba ronca por su reciente despertar.
—No exageres —rio —, mira que casi te sacó una foto al ver la baba seca en la orilla de tu boca —se burló con ironía.
—Maldita... —masculló por lo bajo. Llevó la mano a su boca y bostezó —. ¿Cómo te fue anoche? —preguntó a la vez que se estiraba.
—¡Ay! Peyton... —suspiró —, fue genial —dicho eso, partió a buscar una silla y la arrastró hasta la cama de Peyton. Tomó asiento y prosiguió —. Te juro que iré cada noche a ese lugar.
—¡¿Cada noche?! —se exaltó quedando sentada en la cama —. ¿Cómo eso? —preguntó confundida.
—Peyton, ese lugar está abierto todas las noches —le dio un golpe en la frente —. Pensé que te lo había dicho.
—No, Rachel —frotó donde su amiga le había pegado —. No me lo habías dicho.
—¿Y a ti?, ¿cómo te fue? —levantó las cejas maliciosamente.
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Amante de medianoche
Teen FictionPeyton Cooper es una chica extrovertida, risueña y estudiante de medicina. Con tan solo veinte años ya se había ganado una fama que no concordaba con lo que ella era. Sus compañeras de universidad siempre hablaban a sus espaldas. Decían que era una...