Capítulo 16

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Miró su closet y terminó eligiendo un bonito vestido verde, por supuesto que resaltaba el brillo de sus ojos. Al ponérselo se dio cuenta de que le quedaba perfecto, como un guante adherido a sus curvas. Pero no podía ponerse sus Converse, no, por eso eligió unas sandalias bajas de color blanco. Se miró en el espejo y sonrió, porque sintió que se veía bella y juvenil. Se maquilló un poco, no quería que su rostro se viese exagerado. Solo una pincelada de labial y máscara para resaltar sus largas pestañas, su cabello lo dejó suelto. Simplemente perfecto. ¿Cómo reaccionaría Darrell cuando la viese? ¿Qué tan guapo podría estar él? Preguntas y más preguntas asaltaban la mente de la chica.

Comió unas tostadas mientras esperaba a Darrell. Solo quedaban diez minutos para que él llegase y se sentía un poco nerviosa, un poco no, muy nerviosa. Habían salido otras veces, pero con más personas, nunca solos. ¡Era su primera cita con él! ¡Por Dios! ¿Cómo no sentir aquellas mariposas revolotear en su estómago? Pensó en él y en lo tierno que había sido con ella, bueno con la excepción de la burla hacia su baba seca. Qué vergüenza, pensó. No obstante, ya era para tomárselo con gracia. ¿Qué habría pasado si Darrell hubiese tenido la baba seca? Lo más seguro es que lo hubiese besado de todos modos. Sonrió.

En fin, se levantó para ir a lavarse los dientes y cuando salió del baño escuchó unos golpes en la puerta. Era él. Respiró profundo un par de veces antes de ir a abrir, porque no quería que él la viese tan exasperada, lo estaba, eso ni dudarlo, solo que no quería demostrarlo. Alisó su vestido con las manos sudorosas y se peinó el cabello con los dedos, un último suspiro y...

Abrió la puerta...

¡Demonios! Se veía guapísimo él muy maldito. Usaba una camisa negra arremangada hasta sus codos y con los primeros tres botones abiertos. Un jeans de color azul oscuro y, por supuesto, sus inseparables Converse negras. ¡Dios! Se veía como un maldito manjar, listo y hecho para comérselo completo. Trató de disimular las ansias de agarrarlo del cuello, arrastrarlo a la habitación. Se tuvo que aguantar las ganas de no salir a ninguna parte. Quería empujarlo a la cama, tirársele encima y... ¡Basta!, se dijo. Iban a salir, sí eso harían. Ya después tendrían el tiempo suficiente para hacer lo que su mente pervertida estaba tramando.

—Estás preciosa —la elogió el chico y dio un paso. ‹‹No entres. No entres››. Darrell notó la tensión que se produjo en el cuerpo de Peyton —. ¿Te pasa algo? —‹‹¡Ay!, Darrell, si supieras››.

—¡No! —se apuró en decir —. ¿Vamos? —le sonrió.

—Por supuesto.

Darrell se acercó y le regaló un besó en los labios, cosa que la llevó directo a querer comérselo por completo. ¡Demonios! Ya, ya... Era mejor salir. Lo tomó del brazo, pero Darrell la soltó y entrelazó sus dedos con los de ella, ese revoloteo cada vez se hacía más presente cuando estaba a su lado y ya no le incomodaba.

Caminaron por la residencia, hasta llegar a la calle. Darrell sabía dónde la llevaría, hacía mucho tiempo que quería ir a ese lugar con ella. Así que no perdió más tiempo y se fueron directo a la discoteca. En ese momento pasó un taxi y él como todo un caballero le abrió la puerta para que ella entrase primero. Peyton tenía las manos en su regazo, estaba tensa y ansiosa. Darrell le tomó la mano y le sonrió. Ella casi se derrite por completo al ver la hermosura de sus labios, combinados con esos perfectos dientes. Ese hoyuelo tan sensual y esos ojos que destellaban lujuria..., y... ¡Carajo! ¿Es que acaso no podía pensar en otra cosa que no fuese llevarlo a la cama y hacer de todo con él? No, por supuesto que no, si la seducción hecha hombre estaba a su lado.

Al llegar al lugar, bajaron del auto y tomados de la mano se dirigieron a las puertas. Darrell sacó un par de entradas y con ello entraron sin ningún problema. La música estaba muy fuerte y él apretó el agarre de los dedos, para que Peyton no sé soltara de él. Miraba a las personas bailar y a otras beber. Nunca había ido a un lugar así y le encantó. Fueron directo a la barra, Peyton pidió un mojito y Darrell una cerveza.

Amante de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora