Capítulo 29

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Todos vieron impactados como entraban varios doctores a la sala de emergencias. No podía ser que Darrell hubiese entrado en paro, simplemente era mucho peor de lo que Peyton había imaginado. Sus palmas estaban demasiado sudorosas, y en cuanto escuchó algunos gritos indescifrables al interior de la UTI, aquello aumentó. Comenzó a experimentar un leve mareo, por lo que se afirmó de la pared, con las manos temblorosas. Brad lo notó y se apuró en afirmarla antes de que se desmayara. Peyton puso la mano en su cabeza, porque todo el maldito piso se movía.

—Demonios, Brad, no otra vez... - susurró con la voz entre cortada —. Esto ya es demasiado —dijo ahogada.

—Darrell solo nos está dando un susto. Debes permanecer fuerte, para cuando quiera verte —trató de sonar convincente, pero, en su interior, temía lo peor. Estaba muy asustado.

—No quiero que nada le pase, Dios —comenzó a respirar con dificultad —. Maldita sea.

—Cálmate, ¿quieres? —Peyton solo afirmaba sus sienes, perturbada.

El chico miró a su alrededor y se percató que Eloísa estaba aferrada a los brazos de Erick, llorando desconsolada. Jason resbaló por la pared hasta quedar sentado en la fría cerámica, puso los codos sobre sus rodillas y escondió la cabeza entre sus manos. Mierda, ¿tan fuerte había sido el impacto que la zorra de Natasha le había dado a Darrell? Brad trató de rememorar el momento del accidente y, maldita sea, algo estaba bloqueando su mente.

Recordó como ella aceleró. Como él intentó de avisarle a Darrell. Lo recordó tendido en el suelo, bañado de sangre, y al auto de Natasha colisionar en el árbol con un fuerte estruendo. Pero no recordaba el impacto que Darrell había recibido, ni los segundos posteriores a ello, eran demasiados confusos. Mierda.

Salió de su ensimismamiento cuando Peyton se desvaneció entre sus brazos. La chica no estaba desmayada, pero si se encontraba muy débil. ‹‹¿Es que no podía estar algo bien?››, pensó el rubio mientras la sostenía. Todo era un maldito caos.

—¿Has comido algo? —le preguntó.

—No. Comí mucho antes de salir de la habitación —Payton le contestó en un susurro.

—Vamos a la cafetería, debes probar bocado. No puedes estar así, Peyton.

—Es que no puedo. No tengo apetito —dijo con la voz debilitada.

—No puedes estar sin comer nada. Ese desvanecimiento que has tenido, es porque tienes el estómago vacío —insistió.

—¿Y si salen a dar noticias de Darrell? No quiero moverme de aquí —lo miró suplicante.

—Será mejor que vayas —lo escuchó decir y miró hacia él —. Mi tonto hermano no estaría nada contento en ver a su chica tan pálida. Es así como estás —dijo sin levantar la vista. Con la cabeza aún puesta entre las rodillas —. Estoy seguro de que pegará el grito en el cielo al verte tan débil —

Peyton lo quedó mirando, a pesar de la broma que había echado anteriormente, Jason estaba claramente afectado. ¿Y cómo no?, si les habían avisado que su hermano pequeño había entrado en paro. Jason levantó levemente la cabeza y le regaló una trémula sonrisa a Peyton. Ella comprendió el gran amor que Jason le tenía a Darrell.

—Está bien —aceptó sin dejar de mirarlo.

—Si algo pasa, yo te iré a avisar —ella solo asintió.

Brad la acompañó hasta la cafetería. No sentía apetito, solo sentía un nudo espantoso en el estómago y la bilis en su garganta. Tragó saliva para poder hacerla bajar a la fuerza y cuando lo logró, su cuerpo experimentó un enorme escalofrío. Tenía unas nauseas terribles.

Amante de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora