Capítulo 23

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Esa noche Brad le insistió en que fueran a esa fiesta. Él no tenía muchas ganas de ir, pero ante las súplicas del rubio decidió acompañarlo. Ese día no le había ido muy bien en la escuela, lo habían pillado encerrado en uno de los salones con una chica, besándose. El profesor los reprendió a ambos y los castigó por toda la tarde. Estaba furioso, por suerte sus padres no se enteraron del incidente, por lo que no recibió un nuevo castigo.

Al llegar a la fiesta, se encontró con Marta. ¡Diablos! Esa chica era empalagosa, pero tenía un cuerpazo y podía hacer con él lo que se le antojase. Marta se le acercó y beso sus labios, Darrell lo recibió fríamente, no se lo devolvió. Al entrar hacia el living, pudo notar que la fiesta era todo un éxito, la casa estaba llena.

Caminó con Marta de la mano y con Brad del otro lado. Los saludaron a todos y Darrell fue hacia el patio para sentarse en uno de los sillones. Marta aprovechó la oportunidad para sentarse en sus piernas. Darrell sonrió de medio lado y metió una mano por debajo de su blusa, tocando su espalda. La chica se acercó a sus labios y comenzaron a besarse en frente de todos. Nadie dijo nada, ya que siempre era así con Darrell.

Al paso de un rato apareció Rachel y los saludó a todos. Darrell solo movió la cabeza a modo de saludo. Rachel se le hacía una chica simpática, pero escandalosa y loca. Tenía una personalidad que no iba con él, por eso jamás trató de seducirla. A él le gustaban las chicas más bien, ¿calladas? Pero al verse con Marta, dudaba que realmente fuese así. Esa chica era como él, si veía la oportunidad de estar con otro iba y la aprovechaba, tal cual como lo hacía Darrell.

Se levantó del sillón y le dijo a la chica que lo esperase, que iría por algo de beber. Al acercarse hasta la mesa en donde estaban los tragos, se detuvo. Entrecerró los ojos mirando a la chica que estaba de espalda, seguramente sirviéndose algo. No estaba nada mal, tenía un bonito cabello largo color castaño rojizo. Ladeó la cabeza y comenzó a analizarla. Unas bonitas piernas, una linda cintura, ¿pero tendría un lindo rostro? En ese momento salió a relucir su interés por aquella chica desconocida y decidió acercarse.

Tenía sus propios métodos de seducción y si quería que todo pareciera natural debía hacer algo completamente estúpido. Llegó hasta ella y se puso por detrás, el aroma de esa chica inundó sus fosas nasales. Respiró profundo aquella fragancia, nunca había sentido un olor tan natural, tan exquisito y casi adictivo. Sonrió y la empujo.

—Disculpa —le dijo.

La chica levantó su cabeza y lo quedó mirando, él se sonrió al ver como ella pestañeaba un par de veces, ¿confundida?, ¿sorprendida? Probablemente sí. Darrell la observó por unos segundos y se dio cuenta de que esa chica era preciosa. Nariz respingada, unos ojos de un color único, algo tan bonito que jamás creyó ver. Parecían ser un par de caleidoscopios, fácilmente te perdías en ellos. Algo que, a él, sin darse cuenta, le estaba pasando. Esos labios listo y hechos para ser devorados, lo estaban tentando y deseaba probarlos.

Pero todo a su tiempo...

—¿Tú eres...? —le preguntó levantando una ceja provocativamente.

—Peyton —¡demonios!, que sonrisa tan devastadora —, soy amiga de Rachel.

—Ah, eres amiga de esa rubia escandalosa —quiso hacerse el gracioso e hizo un gesto con el que ella sonrió con más ganas. ¿Acaso no se daba cuenta de lo preciosa que era? —. Soy Darrell.

—Mucho gusto, Darrell —miró como ella extendió su mano y no dudó en aceptarla. Quería sentir su piel, aunque fuese aquel pequeño trozo.

Amante de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora