Peyton.
Escucho como el agua deja de correr y me acerco a la puerta. El olor a shampoo penetra mis fosas nasales. ¡Diablos! Me encanta su aroma, me encanta todo de Darrell. ¿En qué momento comencé a sentir tantas cosas por él nuevamente? Estaba tan bien así, pero al creer que él pueda sentir lo mismo por mí me ilusiona y eso me da miedo. No quiero volver a sufrir por él, pero vamos Peyton, esto era sin sentimientos de por medio. Lamentablemente me he enamorado una vez más de este chico. Respiro profundamente resignada a lo que son mis sentimientos hacia él.
—Darrell, ¿me puedes decir dónde están los apuntes? —pregunto y me afirmo de la manilla. ¿La giro?, ¿o no la giro? Mmm... De solo pensar en verlo con el agua corriendo por su cuerpo, siento un espasmo en mi entrepierna. ¡Diablos!
—¡Están arriba del closet, en unas carpetas rojas! ¡Tendrás que subirte a una silla para alcanzarlas, ¿o esperas hasta que yo salga?!
Sí claro, capaz que sale desnudo solo para provocarme y con las ganas que le tengo, no me contendré. Me rio y muerdo mi labio. Me encantaría que saliera sin nada cubriendo su cuerpo. ¡Demonios! ¿Qué cosas estoy diciendo? Este chico me pone a mil y me siento una maldita ninfómana.
—¡No!, yo las saco. No te preocupes —es mejor que yo lo haga. No quiero ni pensar en lo que pueda pasar si llega a salir solo con la toalla en sus caderas.
¡Uf!, mi rostro se acalora...
Camino hasta el escritorio y tomo la silla, como tiene ruedas es fácil de arrastrar. La afirmo en la puerta del closet y me subo. Comienzo a buscar, tiene tantas cosas aquí. Corro una por una las cajas, los cuadernos. Menos mal que guarda todo esto, en un futuro sirven mucho. Tomo un álbum de fotos y le echo una mirada. Vaya, son de Darrell y su familia. Las paso una por una y me detengo en la que llama mi completa atención. Darrell sale sonriendo junto a su madre, es una mujer muy hermosa y se parece mucho a él. Darrell tiene un brillo especial en sus ojos.
Debe haber tenido unos cinco o seis años, era precioso. Esa sonrisa ilumina todo el lugar y hasta su madre se ve opacada ante aquella devastadora muestra de felicidad. De pequeño se puede apreciar que sería un hombre guapo. Termino de ver las fotos y dejo el álbum donde estaba, no quiero que se dé cuenta que estaba mirando sus recuerdos.
Sigo buscando hasta que por fin encuentro las dichosas carpetas, pero siento que la silla se mueve y pierdo el maldito equilibrio. Estúpidamente me sostengo de las cajas. ¡Claro como si pudieran sostener mi inminente caída! ¡Diablos! Me caigo y traigo conmigo todo lo que había en ese estúpido closet. Algo golpea mi cabeza. ¡Maldita sea!, me duele como el infierno, seguramente una jodida mierda de esas cayó sobre mí.
Abro mis ojos y siento un inusitado escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Esa punzada de que algo pasará sigue aquí, en mi pecho. Una de las cajas está abierta, esa es la que tiene que haber caído sobre mi pobre cabeza. La miro una vez más y quedo sin respiración en el acto. Trato de ponerme de pie, pero me es imposible ya que mis malditas piernas están adormecidas. Siento que me van a fallar si me levanto, así que gateo como puedo hasta llegar ahí. Mis manos sudan y tiemblan. No quiero ver, no puedo ver. Sin embargo, mi curiosidad es más grande.
No creo haber imaginado lo que observé. Me da tanto miedo que mis presentimientos se hagan realidad, que mi maldito sueño se haga realidad. Me decido y al fin veo lo que está dentro. Mi corazón se detiene. Mi respiración se acaba. Todo queda absolutamente congelado a mi alrededor.
¡No es cierto! ¡Esto no puede ser verdad!
La confusión que siento en este momento me tiene en un completo lío. Trato de ordenar mis ideas y encontrarle algún sentido a lo que mis ojos están malditamente viendo. Mis extremidades no me responden y me siento mareada. Tomo la tela entre mis manos y mis ojos comienzan a escocer, pero no lloraré. Esto no puede ser cierto, simplemente no puede ser. Debe ser una maldita broma. Aprieto con fuerza esta maldita mierda, y siento que la puerta del baño se abre de golpe.
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Amante de medianoche
Fiksi RemajaPeyton Cooper es una chica extrovertida, risueña y estudiante de medicina. Con tan solo veinte años ya se había ganado una fama que no concordaba con lo que ella era. Sus compañeras de universidad siempre hablaban a sus espaldas. Decían que era una...