Capítulo 13

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Enderezó su cuerpo de golpe, mirándolo fijamente a los ojos. El tenerlo tan cerca la puso muy nerviosa y no pudo evitar recordar aquella vez en el pasillo, cuando estuvieron a punto de besarse. El aroma de su perfume invadió la nariz de la chica. Sí, era una fragancia exquisita, muy propia de él. Darrell estaba arrodillado frente a ella, sin quitarle los ojos de encima y sin haber sacado la mano que tenía sobre la de ella, es más, la apretaba un poco, como tratando de que Peyton saliera de su aturdimiento.

—¿Qué te pasa? —inquirió el chico —. ¿Tanto te gustó esa canción? —alzó una ceja con coquetería.

—¿Por qué dices eso? —apretó un poco más la tela de su vestido. Darrell la sintió temblar y se sonrió.

—Peyton, si hubieses visto tu cara —bajó la mirada sonriendo, e hizo un gesto tan erótico que a ella le encantó. Su hoyuelo se marcó malditamente sensual sobre su mejilla —. Como me gustaría ser a mí, el protagonista de tus pensamientos —puso dos dedos en la frente de la chica, y esta se ruborizó ante sus imperturbables ojos negros.

—Darrell... —musitó —, ¿qué te hace pensar eso? —se mordió el labio.

—Por tu rostro. Por tus movimientos corporales. Por tus gemidos cuando sostuve tu mano —Peyton estaba roja como un tomate y apartó la vista de los ojos penetrantes del azabache —. Cuando te afirmé la sostuviste con fuerza, como queriendo aferrarte de algo..., o de alguien —se acercó un poco más —. ¿Me dirás quién es?

—No es nadie, Darrell —mordió el interior de su mejilla y lo observó. Estaba tan próximo a ella que podía sentir su respiración sobre la nariz. ¡Maldita sea! Estaban muy cerca, tanto, que si alguno se movía sus labios se tocarían.

—¿No confías en mí? —susurró.

—Sí, Darrell, confío en ti —cerró sus ojos.

—Entonces me dirás quién te tiene así —sonrió.

—¿Así como? —rio con él, pero aún mantenía los párpados cerrados.

—Tan ardiente.

—No digas estupideces.

Juntó su frente con la de ella —Peyton... —miró sus labios.

—¿Mmm?

—Perdóname... —y antes de que ella pudiese decir alguna palabra, la besó.

Acortó la distancia tocando sus labios. Peyton abrió los ojos y vio que Darrell los tenía cerrados, lo observó por unos segundos y luego junto sus párpados dejándose llevar por la sensación de sentir los labios del chico. Su corazón latía a un ritmo desenfrenado, tanto así que pensó que saldría de su pecho. Las ganas incontrolables por corresponderle no sé hicieron esperar, y al parecer él sentía lo mismo ya que subió la mano y acarició suavemente con el dedo pulgar su húmedo labio, haciendo que ella los abriera y diera paso a su lengua.

Sus bocas se juntaron, sus lenguas se entrelazaron jugando a su antojo y sus respiraciones se mezclaron. El aliento a menta de Darrell la tenía obnubilada. Subió sus manos y las enredó en el cabello oscuro del chico aferrándolo a ella. Darrell posó las palmas en la cintura de Peyton y la acercó mucho más, como si no quisiera que nada lo separase de la chica.

Casi posesivo...

En ese momento no importaba nada, perdieron la noción del tiempo. No importaba si alguien lo miraba. Solo eran ellos dos bajo el gran árbol, disfrutando de sus labios conectados. El beso aumentó su intensidad y, de repente, Peyton sintió como su cuerpo se comenzaba a echar hacia atrás, sin perder el contacto de sus lenguas acariciándose. Las manos de Darrell la aferraban a su cuerpo y ambos quedaron tendidos en el pasto. Él a su lado, sin dejar de disfrutarla, sin dejarla siquiera respirar.

Amante de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora