La guio por entremedio de las personas. Peyton miraba como algunas se besaban y otras se tocaban, tal cual lo habían hecho ellos. Por un momento se ruborizó, pero luego se sonrió al pensar que las personas los pudiesen haber visto. Peyton sintió cuando él apretó el agarre de su mano, entonces su cuerpo se llenó de tensión al ver que la llevaba escaleras arriba.
Llegaron al piso menos uno, a la misma habitación en que estuvieron la primera vez. Una gota de sudor recorrió su espalda y eso hizo que su piel se erizara por completo. No podía negarlo, estaba ansiosa y deseosa por saber que habría detrás de aquella puerta. Él le había dicho que jugarían y quizás que era lo que él tenía preparado.
Deslizó la tarjeta por la ranura y con un ligero clic, la puerta se abrió por completo. Ya no estaba la tenue luz, no, ahora habían velas en varias zonas estratégicas y un suave aroma emanaba de ellas, dándole un cariz íntimo al ambiente.
La cama estaba con un edredón blanco y ella rápidamente recordó su sueño. Se sonrió. El silencio que había denotaba la tensión sexual de ambos, pero Peyton quería que fuera él quien tomase la iniciativa, como la primera vez, como hacía un rato. Le gustaba ser guiada por ese hombre, le gustaba cuando él era el que se acercaba y le demostraba todo lo que la deseaba. Le gustaba sentirse acechada. Le gustaba que fuera él quien la tocase primero.
Escuchó como la puerta se cerraba suavemente a su espalda y dio un pequeño respingo sin dejar de mirar la cama. Sintió sus suaves pasos amortiguados por la alfombra y después como él respiraba sobre su cabeza, soltando un suspiro lleno de satisfacción. Su aliento era cálido y fresco. La afirmó de los hombros y la hizo girar, quedaron frente a frente, mirándose directo a los ojos. Le acarició el marco de su rostro lentamente con el dorso de su mano.
Peyton bajó la vista y luego la subió para encontrarse con un brillo indescifrable en sus ojos negros. ¿Por qué la miraba de esa forma? Peyton captó un cierto resplandor en ellos que podía ser, ¿ternura? No, probablemente era su imaginación. El sutil brillo de las velas la hicieron ver cosas que no eran. Sí, eso debía ser, pensó.
Tomó su mano y la llevó hasta su boca para dejarle un beso en la palma, y un cosquilleo atravesó el vientre de la castaña. Sus labios eran tibios y húmedos. Jamás rompió el contacto con ella. La observaba tan intenso que la sentía estremecer bajo sus labios. Era perfecta para él, era una mujer dueña de una femineidad única, de unos ojos preciosos y avasalladores que transmitían demasiado, y a pesar de llevar un antifaz que cubría la mitad de su rostro, sus ojos no perdían aquel brillo que tanto le gustaban.
—Eres tan bella —susurró sobre su mano.
El estómago de Peyton se contrajo al escuchar su voz, aquella voz que tanto le gustaba. Esa voz aterciopelada, sensual, viril y con un toque de lascivia en ella. La chica se sonrió con el rostro totalmente sonrojado y agradeció tener que llevar aquel antifaz, se sentiría avergonzada que él viera todo lo que producía en ella.
Su cabello castaño caía como una hermosa cascada por sus hombros y él tomó la punta de ellos para jugar un momento, a la vez que sus labios seguían pegados en el dorso de Peyton. Sacó su lengua y con un sensual movimiento la deslizó por la palma de ella, cosa que a Peyton le robó la voluntad. Fue ella la que acortó la poca distancia que la separaba de él. Subió la otra mano y la posó en su cuello e hizo que él bajara hasta sus labios. Se fundieron en un beso avasallador y lleno de erotismo.
Sus lenguas jugaban un papel muy importante para comenzar a sentir un deseo irrefrenable, sus piernas temblaban por tan delicioso beso. Él bajó sus manos y las llevó hasta el primer prendedor de su vestido. Peyton sintió la suavidad de sus dedos y sin romper aquel contacto de sus lenguas enredándose, lo sacó. El nacimiento de sus senos quedó al descubierto y él recorrió con la yema su suave piel.
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Amante de medianoche
Teen FictionPeyton Cooper es una chica extrovertida, risueña y estudiante de medicina. Con tan solo veinte años ya se había ganado una fama que no concordaba con lo que ella era. Sus compañeras de universidad siempre hablaban a sus espaldas. Decían que era una...