Capítulo Dos

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Los fuertes golpes en la puerta no paraban, los gritos inundaron casi todo el lugar pero no había forma de que el chico despertara.

Finalmente la puerta principal de la casa pudo abrirse gracias a la intervención de un cerrajero. La mujer que estaba más que furiosa buscó por todo el lugar. Maldiciendo y bufando llegó hasta la única habitación que estaba cerrada con seguro. Al igual que con la puerta principal, la aporreó.

—¡Jaebeom, abre la puerta! —exclamó una vez más— ¡No me obligues a forzarla! ¡Jaebeom!

Pero del otro lado no hubo respuesta.

La mujer dió la indicación de hacer lo mismo que con la puerta principal. El cerrajero no esperó más y en un par de minutos la puerta se abrió.

Esperaba ver un completo desastre, cosas rotas y tiradas pero encontró todo lo contrario. Él estaba tendido en el suelo, la habitación estaba en completo orden a excepción del chico que dormía aún en el frío suelo.

—¿Pero qué haces ahí? Levántate, llegaremos tarde —exclamó la mayor comenzando a jalarlo para ponerlo de pie.

Jaebeom se despertó con lentitud, aún sentía los párpados pesados y mucho sueño, no quería admitirlo pero dormir en el suelo le fue más cómodo que ese estúpido sofá viejo.

—Gracias por todo —dijo la mujer al cerrajero, le dió dinero e hizo una reverencia—. Puede irse.

El hombre asintió y con una reverencia se despidió para después irse.

El chico suspiró y se dirigió a su cama donde tomó asiento y se frotó el rostro. Ignoró por completo la presencia de la mayor y luego de unos minutos se dirigió a su armario.

Sacó un traje negro y una camisa blanca, miró a la mujer un par de segundos.

—¿Le importaría si me da unos minutos? —preguntó él al ver que ella no entendía la indirecta— Necesito darme una ducha.

—Bien, te espero abajo. No demores más, ya vamos tarde a la notaría.

Una vez que ella salió de la habitación él pudo tomar un profundo respiro. Su casa era el lugar más cómodo que conocía, tenía todo a su alcance y a su gusto. La ducha que tomó se sintió más que bien, y el traje que justamente guardaba para una ocasión especial, lo sintió bastante cómodo.

Terminó lo más pronto posible, bajó a la sala y se aclaró la garganta para anunciar su presencia.

—¿Tardaremos mucho? —preguntó él rascándose la nuca.

—Depende —respondió ella—, sólo es la lectura del testamento y probablemente recoger algo del dinero de la herencia.

Él asintió y con lentitud caminó a la puerta principal. Ella lo siguió y una vez que subieron al auto la tortura se presentó.

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—Señora Jinhee, es bueno verla —saludó el juez con una reverencia.

—Un gusto verlo, sólo que es una lástima que sea por estas circunstancias.

Jaebeom se mantuvo unos pasos alejado, en silencio y escuchando las falsas palabras que soltaba aquella mujer.

—Tú debes ser Jaebeom ¿Cierto? —dijo el juez al notar la presencia del chico— Hijo único de mi queridísimo amigo Im. Chico, es un placer conocerte, tu padre me hablaba mucho de ti.

Jaebeom hizo una leve reverencia a modo de saludo y esperó que no siguiera hablando de su padre.

—Se empieza a hacer tarde —dijo la tutora del chico—. Demos inicio a la lectura.

I'm Not Invisible! [임재범]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora