Capítulo Cuatro

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Después de haber quedado con Kyung Gi, Jaebeom no paraba de escuchar comentarios acerca de aquella fiesta. Todos en la escuela decían que era la primera en años que sería tan buena.

Escuchar aquello le emocionaba de cierta forma, nunca había ido a ese tipo de fiestas, sólo a las que le invitaban cuando era pequeño pero obviamente no había comparación.

Kyung Gi le envió la dirección del lugar, era un poco retirado de su casa y sabía que el taxi estaría algo costoso. En estas ocasiones se maldecía por no tener un auto y por no poder cobrar el dinero de la herencia de sus padres aún. Pues en el testamento decía que Jaebeom podría tener lo que quisiera hasta que cumpliera su mayoría de edad, antes no. Mientras, era mantenido por un ingreso de pensión por la muerte de sus padres.

Kyung Gi seguía insistiendo en que fueran juntos pero él ya estaba decidido a que no quería pasar tanto tiempo cerca de ella, le bastaba sólo para tenerla de acompañante.

El día había llegado, estaba un poco nervioso sintiendo que no encajaría en un lugar como ese. No dejaba de pensar en que sería algo extraño.

Al anochecer, tomó un taxi cerca de su casa e indicó al conductor la dirección del lugar. El camino fue más corto de lo que pensó pero a unas calles del lugar el taxi se detuvo por la cantidad de autos aparcados. Imaginaba que la fiesta aún no empezaría pero incluso podía escuchar la música a lo lejos. Pagó al taxista y bajó, realmente había salido caro el viaje y haciendo cuentas vió que le quedaba lo justo para volver a casa.

Se encaminó hacia el lugar, el viento comenzaba a ser frío pero sabía que no sería por mucho, en cuanto se adentrara a la dichosa fiesta entraría en calor. Conforme más se acercaba, más podía ver a las personas que tomaban, reían, conversaban e incluso fumaban. La música cada vez era más escandalosa. Cuando llegó por fin al lugar observó una gran casa, ciertamente era la más grande de la calle, tomando en cuenta que era una zona residencial.

El lugar estaba atestado de adolescentes y aún así se veía espacioso. El chico paseó la vista por todos, reconoció a unos cuantos chicos de su clase pero a la mayoría no los había visto nunca.

Ubicó la barra de bebidas que se encontraba al fondo del salón, no lo pensó ni dos veces y se acercó por algo para tomar.

—¡Jaebeom-ah! —el grito de la chica lo hizo sobresaltar.

—Hey, no te ví llegar —dijo él en modo de saludo.

—Llegué hace unos minutos y te ví desde la sala cuando entraste —dijo ella acercándose a su cuerpo descaradamente—. Creí que no vendrías.

Su aliento ya olía a alcohol, y el puchero en su rostro le decía que estaba siendo infantil. Con cuidado se separó un poco para no sentirse más incómodo.

—Te estás divirtiendo ¿No? —dijo él recibiendo la bebida que había pedido.

—Como no tienes idea —se abalanzó sobre él—. ¿No te gustaría subir a un lugar más privado? Podemos divertirnos.

Jaebeom nunca había tenido miedo de una chica ebria, porque claro, ninguna se le había lanzado así con tal insinuación. Trató de no mostrarse nervioso y sonrió.

—Claro, cariño —dejó su bebida a un lado y de nuevo intentó alejarse—. Adelantate y te alcanzo luego.

No hubo nada más que decir para convencerla, ella al fin se alejó y desapareció entre la multitud. Él pudo estar más tranquilo, con suerte ella se quedaría dormida o lo perdería de vista. Cualquier cosa era buena excepto estar con ella.

—Pobre chica, se quedará esperando ¿no es así? —habló una voz femenina a su lado.

—Tal vez ella no lo sabe pero no es el sexo por lo que vine —dijo Jaebeom dando un último sorbo a bebida.

I'm Not Invisible! [임재범]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora