Capítulo Veintisiete

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El camino fue un poco silencioso, Maddie estaba más calmada pero ahora se sentía muy avergonzada y algo inquieta por todo lo que había pasado en los últimos momentos con Jaebeom. No estaba segura si lo que dijo fue por hacerla sentir mejor o realmente estaba dejando hablar a su corazón.

—Espero no haberte dado molestias —dijo él un poco bajo.

Maddie lo miró por un segundo y rio —Tuvo su parte divertida. Además, creo que te sirvió un poco desahogarte.

—¿Desahogarme? ¿Qué pasó exactamente?

—Bueno, aparte de vomitar hasta tus pensamientos más profundos, cuando llegamos a tu casa tomaste a tu gato y bailaste con él, luego te tropezaste y le caíste encima, te reíste cuando te rasguñó y volviste a vomitar.

—¿Es posible haber vomitado tantas veces? —inquirió Jae sintiendo pena por él mismo.

—No lo sé pero terminaste batido —continuó ella riendo todavía—. Entraste a tu habitación y te sacaste la ropa, busqué en tu armario para encontrar algo que te cubriera aunque fuera un poco, hasta que tú solo te colocaste el pijama. Después de eso volví a casa antes de que mis padres notaran que me fui.

—Lo siento, mi yo irracional no tenía idea de que podías tener problemas con tus padres.

—Es normal, los padres creen que sus hijos están en la etapa de irse a escondidas a hacer lo que les dé en gana ¿no? —hizo una breve pausa— Y teniendo en cuenta las discusiones recientes, seguro creerían que estaba molesta en caso de que llegasen a ir a mi habitación.

Discusiones. Pensó Jaebeom.

La última vez ella estaba mal por una discusión con su padre y ahora incluso había llorado. ¿Qué tan mal tuvo que ser? Quiso decir algo, pero no sabía qué. Él no entendía ese tipo de discusiones, lo único que había reclamado a sus padres fue el no querer comer sus vegetales, el dormir temprano o el ir a casa de sus amigos a pasar el tiempo, cosas que un puberto haría. Pero Maddie no era una niña y sus problemas podrían ser aún más serios, cualquier cosa que la pusiera de ese modo tendría que ser realmente mala.

—Los padres pueden ser difíciles a veces —se limitó a comentar sonriendo levemente.

—Tienes razón —dijo ella—. Hay veces en las que incluso olvido que puedo llegar a ser así en el futuro.

Jaebeom rio ante el pensamiento y se permitió imaginarla en ese estado. Una chica tan buena y linda como ella siendo... Espera, no sigas. Tú no vas por la vida imaginando esas situaciones, pon los pies en la tierra. Se reprendió.

En poco tiempo llegaron a la casa del chico. El tema de conversación siguió cambiando hasta que volvieron a recordar la noche anterior. Entre risas y comentarios graciosos pasaron al interior de la casa, Maddie observó todo como si fuera la primera vez que estaba ahí y sonrió.

—Guau, se ve lindo ordenado.

—Lo cierto es que me encanta la limpieza, las veces que has venido no han sido precisamente porque estoy en mis cinco sentidos y lamento que lo hayas visto así —se defendió el pelinegro mostrando con orgullo lo que decía—. Ponte cómoda, prepararé ramen.

—No es necesario, no tengo hambre —dijo ella—. ¿Tú sí?

—No mucha —confesó—. Normalmente ceno más tarde. Así que... ¿Quieres hablarlo?

Maddie lo miró un momento, la duda en sus ojos porque no sabía qué decir o cómo hacerlo, pensando en que quizá él se ofrecía sólo por cortesía, Jaebeom podría ya tener suficientes problemas como para lidiar con los suyos. Necesitaba decirlo pero... Pero...

I'm Not Invisible! [임재범]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora