Capítulo 31

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Anguelique

Nora conducía por una carretera vacía, gotas de lluvia caían sobre las ventanas creando pequeños rios de agua sobre el cristal, haciendo casi imposible ver el paisaje que había fuera. De vez en vez Nora quitaba la vista de la carretera para ver a la muchacha que tenía en el asiento del copiloto, la veía con la vista perdida sin mirar ni prestar atención a nada.

Nunca pensó verla así. La había visto mal cuando la conoció la primera vez en el penal. Pero verla ahora, era como ver un fantasma. Tenía la vista perdida y el rostro sin expresión alguna. Parecía un cuerpo vacío, sin afecto, sin emoción, sin nada.

La saco del hospital y se la llevo en cuanto pudo, con la esperanza de que se sintiera mejor al estar lejos. No podía dejar que siguiera en ese lugar.

En cuanto vio en las noticias su nombre. No dudo en volver a la ciudad y buscarla. nunca se imagino verla en la cárcel nuevamente y con una pena de quince años. Pero eso no fue lo pero, llegar y verla en un charco de sangre y pidiendo que la dejará morir fue lo que la dejo en shok. Anguelique era fuerte, soporto un sin fin de problemas a su corta edad y no se rindio. Ella no hubiera sido así de fuerte si pasará por todo eso.

No debió dejarla sola, ella se comprometió a ayudarla en cuanto salió de la cárcel, pero se fue dejándola sola con ese hombre, no debió. Debió llevársela con ella o quedarse. Ahora verla sin ganas de vivir era doloroso. Encima estaba esperando un hijo de ese hombre. Por más que ella quisiera renunciar no podía dejarla, ahora no era sólo ella, el ser que llevaba dentro necesitaba de su cuidado y aunque no quisiera, tenía que salir adelante por el, y ella la ayudaría como no lo hizo en su momento.

Llegaron a la casa que Nora había buscado para las dos. Nora ayudo a Anguelique a entrar a la casa y la dejo sentada en una silla. Ella junto a los de la mudanza metieron todas sus cosas, que no eran muchas ya que Anguelique no tenía nada. Nora tenía su equipo médico que había logrado comprar con mucho esfuerzo. Ropa y otras cosas pero que no eran muchas, logró acomodar todo sin problema y de vez en cuando miraba en dirección a la muchacha. Anguelique casi no pronunciaba palabra, sólo asentía y negaba con la cabeza a las preguntas de Nora. Su vista estaba perdida en cualquier cosa menos en Nora.

Nora con mucho esfuerzo había logrado acomodar todo lo que tenían, la casa ya estaba amueblada así que sólo tenían que ordenar sus cosas y limpiar un poco. No quería que Anguelique hiciera algo. Aun estaba recuperándose. Por ende no debía hacer mucho esfuerzo. En cuanto pudiera iría a comprarle ropa para que pudiera cambiarse.

No le gustaba verla simplemente sentada, con la mirada perdida, Anguelique casi parecía un robot. Hacia todo lo que Nora le pedía, no prestaba atención a lo que le rodeaba, todo le valía o no le importaba.

Anguelique la quería mucho. siempre la ayudo y le tendió la mano como nadie y una vez más la ayudaba a salir y escapar de aquel lugar y aunque quisiera perderse en un hoyo y no ser vista por nadie jamás. Si Nora se lo pedía no podía negarse. Lo unico que sabia y deseaba con certeza era que nunca más volver a pisar aquel lugar, se mantendría alejada de esa ciudad. Sobre todo de el. No debía ni quería verlo en lo que la quedaba de vida por más que aún sintiera que lo amaba con toda su alma.

Pasaban de las dos de la tarde y aún no habían comido, así que Nora pidió algo ligero para comer. Anguelique no comió mucho, sentía que tenía un hoyo enorme en el pecho y una opresión muy fuerte en el boca del estómago. Se sentía muy cansada, sólo quería tomar una ducha y echarse a dormir. Tal vez para siempre. Agradeció la comida y se dirigió a la habitación que Nora había preparado para ella. Nora quiso ayudarla. Pero Angy la rechazó gentilmente. Quería tener un tiempo a solas y no podía estar molestando a Nora. Nora la dejo ir, pero le advirtió que después del baño tendrían que limpiar las heridas así que le pidió que la llamara al terminar. Anguelique asintio y se retiró. Agradeció ver que habia una tina y no sólo una ducha. Podría sentir el agua en todo su cuerpo y esperaba que eso la hiciera sentir algo más relajada. Se metió a la tina y dejo que el agua tibia cubriera su cuerpo, trataba de limpiarse el sudor del cuerpo y olvidar por un momento todo lo ocurrido, pero al bajar sus manos por su abdomen sintió la venda que cubría una de sus  heridas.

EL SABOR DE LA TRAICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora