La llegada a la ciudad fue un poco pesada para ambos. Edward tenía trabajo temprano y debía conducir sin descanso y aunque el camino estaba siendo algo tedioso cuando el sólo quería poner su cabeza sobre la almohada y no tener que estar frente al volante. ver a su dulce novia tiernamente dormida a su lado. Le daba la fuerza suficiente para querer llegar a casa a salvo y no conducir como un maníaco.Llevo con sumo cuidado a Anguelique a su habitación. No a la que había usado hasta ese momento. Sino a la suya. Ella no dormiria lejos de el ni una sola noche más. El la quería junto a el, así que no había motivo alguno para que siguieran durmiendo en habitaciones separadas.
La dejo bien cubierta y al verla dormir plácidamente. Tuvo el impulso de recostarse a su lado y envoverla en sus brazos y dormir junto a ella. Pero el trabajo lo esperaba. Por un momento se quedo pensando en lo mucho que había cambiado sólo por ella. Ahora no temía demostrar lo mucho que quería de ella. Lo encantado que estaba que ella estuviera compartiendo el mismo techo y lo magnífico que se le hacia pensar en sus días futuros con ella. Era algo que jamás se imagino. No después de la muerte de su hermano, cuando frente a su tumba se prometió nunca dejarse enredar por una mujer y menos casi besar el suelo por el que ella iba. Echo una pequeña risa y negó con la cabeza al ver que había pasado exactamente lo que se propuso nunca le pasaría. Estaba perdido y su máxima perdición era una mujer pequeña y frágil que dormía sin percatarse de nada.
Echando una mirada más a su mujer, salió lo más rápido que pudo al trabajo. No le gustaba llegar tarde y esa no sería la excepción.
Anguelique se despertó algo confundida de verse en la habitación de Edward ¿Como es que llegue aquí? se preguntó mientras se quitaba las sábanas de encima y salía en busca de Edward. Bajo las gradas frotándose los ojos y mirando a todos lados. Edward no estaba. Pero si había dejado un nota diciendo que iba al trabajo y que volvería para la cena. Se sintió algo triste de no verlo. Pero extrañamente feliz de estar ahí. Con una sonrisa en el rostro se preparo el desayuno y comió en silencio. Rememorando los últimos días que había pasado en aquella hermosa casa. Al lado de Edward, el hombre que la había echo sentir tan viva, feliz y emocionada. Lo amaba y no tenía dudas de ello. Se la pasó todo el día tarareando con una sonrisa. De pronto escucho el teléfono de la casa. Quiso contestar pero vio que dulce ya estaba en ello.
-Si señor, ella está aquí... enseguida -Anguelique la escucho y la vio intrigada. -Señorita, el Señor Alden quiere Hablar con usted -Extraño. Desde hace varios días dulce no había hablado con ella, estaba muy extraña. Se acercó y tomo el teléfono de sus manos. Y dulce e inmediato se fue.
-¿Hola? -Hablo.
-Es tan agradable oír tu voz -Era Edward. Anguelique se vio sonriendo como una tonta -Linda lo siento, pero no creo que llegue a casa para la cena -¿Que?
-¿Pasó algo malo? -Preguntó preocupada. Tal vez su jefe...
-No tranquila. Unas cosas salieron mal. Pero estoy en ello, lo malo es que voy a tener que quedarme aquí. No se hasta que hora, por eso te llame. No quiero que te preocupes -Anguelique estaba triste. Se moría por verlo.
-¿Y la comida? -No comería, lo conocía.
-No te preocupes, cuando llegue... -
-Puedo llevarte comida -Dijo antes que el terminara.
Por un momento no supo que decir. Nunca había comido en la oficina, pero el que ella se ofreciera a llevarle comida, hacia que sintiera una especie de emoción.
-¿Estas segura? -Preguntó.
-Si, si es que tu jefe no se molesta -Quiso reír. Pero sabía que eso era parte de su carácter.
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EL SABOR DE LA TRAICIÓN (COMPLETA)
RomanceAngelique es una muchacha que por azares del destino, descubre de la peor forma que la traición puede llegar de las personas menos pensadas. Pero que al enamorarse vuelve a confiar. ¿Podrá el amor vencer a la traición? Esta es una historia de roman...