Capítulo 27

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Edward a levanto de su lugar al escuchar que Anguelique sería trasladada de inmediato al penal de mujeres. Varias personas estaban frente a el y el casi  No podía verla. Camino y empujó a varias personas para poder verla y en cuanto lo hizo se arrepintió. Ella también lo veía. Pero no era ella. Esa mujer no podía ser su Anguelique. El rostro que siempre tenía una sonrisa y una mirada llena de amor y de dulzura no era ese. Esa sonrisa no estaba y su mirada estaba vacía. Era como ver un cuerpo sin alma. Sin nada.  No podía ser ella. Esa mujer que están ahí no era ella. Ella nunca lo miraría de esa forma. Ella siempre lo miraba con amor. Con ternura. No. Se negaba a creer que esa mujer era la que el amaba.

-Edward ¿Que haces aquí? -Escucho una voz. Pero no le interesaba de quien venía.

Dos guardias se acercaron a Anguelique y empezaba a llevársela. No podían hacer eso. El No queria ver eso.

Camino y quiso acercarse a ella. Pero alguien se lo impedía.

-¿Que carajos crees que haces? -Edwin mas que enojado agarraba a Edward por el cuello de su saco. Pero este parecía no verlo.

Anguelique fue sacada de el Tribunal y metida en el mismo auto en el que la habían llevado.

Ahora no importaba nada. Su vida ya había sido decidida. Y ella no podía ni quería pelear.

Anguelique pensó que no volvería a ver ese lugar en lo que le quedaba de vida. Al parecer se equivoco. Ahora sería donde viviría los próximos quince años y ella no sabía si esta vez lo resistiria.

En cuanto la metieron y le dieron la ropa que debia ponerse escucho silbidos, gritos y un montón de palabras. Ya las había escuchado anteriormente y fue aterrador. Ahora le parecía mucho más aterrador. Saber que tendría que vivir ahí por quince años. Escuchando eso. Era desolador.

La metieron en su celda y vio que no había nadie. No tenía compañera. Eso al menos la calmaba un poco.

La dejaron y ella dejo sus demás pertenencias en la pequeña mesa que habia al lado de la que sería su cama.

Durante toda la noche no pudo conciliar el sueño. Soñaba con el juicio, con Edward, con su condena. No podía. Simplemente no podía dormir.

No sabía que hora era. Ella prácticamente estaba perdida en sus recuerdos. Pero al escuchar un golpe a los barrotes levanto la vista.

-Puedes salir al patio -Anguelique vio a la mujer que la custodiaba y pudo recordarla. Berta .  Era una de las guardias que no era muy agradable. Era estricta y no le importaba si las presas se mataban. Anguelique se levantó y se acercó a la puerta -Yo te conozco -Dijo la mujer al verla mejor -Tu eres la muchacha que salió de aquí hace como un año ¿Verdad? -Preguntó con un tono burlón -Que rápido regresaste. Y Nora pensó que eras inocente. Que tonta -Dijo ahora con asco. Anguelique quería gritarle y decirle que Nora no era ninguna tonta,  Pero sabía bien Como terminaría si llegaba a levantar las voz. Ya una vez la dejo en la cama del pequeño consultorio que ahí tenían. Y ahora no quería eso.

Camino y se dirigió al patio del penal. Ya había estado ahí. Así que conocía bien el camino.

En cuanto salió vio que las presas la miraban como a un nuevo juguete, otras la veían con el ceño fruncido. De seguro ya la habían reconocido. Pues no había pasado mucho desde que habia salido. Así que varias deberían seguir ahí.

Anguelique desvío la vista y se dirigió al lugar más alejado de las demás reclusas. Había un pequeño jardín y a ella le gustaba verlo. Aunque cuando lo vio se decepcionó. El jardín ya no era lo que recordaba. Ahora sólo era tierra y hierba seca. No había nada. Se sentó y vio con tristeza que ese pequeño jardín había acabado igual a ella. Completamente marchita.

EL SABOR DE LA TRAICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora