Capítulo 21

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Como todas las mañanas Angueliqie siempre se levantaba a las seis de la mañana para tener el desayuno listo. Pero esa mañana no era como las demás, se sentía ligeramente pesada, como si hubiera aumentado de golpe diez kilos y no sólo eso, en cuanto quiso moverse no pudo... abrió los ojos y se los froto para aclarar su vista y al ver quien estaba a su lado casi pega un grito pero se contuvo. El calor rápidamente recorrió su cuerpo y llegó a sus mejillas. ¿Por que estaba el en las misma cama con ella? ¿Que fue lo que pasó, como es que llegó ahí? Recorrió la habitación con la mirada y vio que no reconocía nada.

La noche anterior.

Eso era, la noche anterior Edward y ella estaban viendo una película y después... oh Dios. Después ellos... No. No quería recordar más o moriría de la vergüenza.

¿Se quedó dormida?  Si. Eso tenía que haber pasado. Sólo recordaba estar acostada en el pecho de el y después nada.
El debió cargarla y ponerla donde estaba ahora. Con el. Dios... estaba en la misma cama con el.

No podía ser ahí, tenía que alejarse y tal vez poner uno o dos metros de distancia. Pero... tenerlo así de cerca y sentir su calor de alguna manera era... un sueño, el estaba ahí abrazandola contra su pecho y ella no podía sentirse mejor por ello.

Le había dicho lo que sentía la noche anterior y el le había respondido de la forma más maravillosa. Aún no podía creer que el fuera su novio. Desde que lo conoció no hizo más que pensar en el como alguien inalcanzable. Y tenerlo pegado a ella era de no creer. Lo amaba y estaba segura de ello y aunque le daba miedo sentir ese sentimiento tan fuerte, estaba dispuesta a enfrentarlo y mostrarse tal y como es.

Después de solo verlo por varios minutos, quiso tocar su rostro. Acariciar sus facciones como el había echo alguna vez. Levanto su mano libre y delineo su rostro. Sólo era un toque suave que le permitía sentir y detallar su rostro.  ¿Como fue que el se enamoró de ella? Ella era simple y nunca había tomado mucha atencion a su apariencia y que el  la viera hermosa era algo que le subía la moral y hacia desaparecer todas sus inseguridades y no podía estar más feliz por eso.

-Te gusta lo que tocas -La sonrisa que tenía en el rostro de inmediato desapareció al escucharlo. 

Al parecer Edward estaba despierto y fingió estar dormido mientras ella lo tocaba sin restricciones.

-Yo... -

-¿Puedo hacer yo lo que hiciste? -Preguntó ahora girandose y atrayendola más a el.

Anguelique lo veía como un animal acorralado. La mirada que el le dedicaba era como el de un depredador a punto de devorar a su presa. La hacia sentir vulnerable y muy pequeña.

-¿Sabes que lo que hiciste esta a punto de hacerme perder el control? A penas y pude  controlarme ayer. Pero sentir tu toque creo que terminó con mi cordura -¿Por que le decía eso? ¿Acaso le molesto que ella lo tocará?

-Lo siento, no quise molestarte. No pensé e... -

-Si. Estoy seguro que no pensaste que tu toque acabaria con mi control. Por eso voy a mostrarte lo que pasa cuando lo pierdo -Edward perdió el control tal como se lo dijo a Anguelique. Junto sus labios con los de ella con tanta intensidad que Anguelique a penas y se dio cuenta de su arrebato.

Edward no estaba siendo cauteloso, estaba mostrando lo que quería y deseaba de ella. Sentir que lo acariciaba mientras el aún dormía fue revelador. Ella lo quería al igual que el y lo demostró con sus caricias. Que se sintieron tan cálidas y suaves que pensó que estaba soñando, pero abrir los ojos y verla sonrojarse por lo que hizo lo desquicio.  Y ahora no podía controlar sus impulsos. Quería que ella fuera suya. De todas las formas que existieran.

EL SABOR DE LA TRAICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora