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"Estaba loca, joder, estaba loca. Tenia en su cabeza una locura preciosa. 

¿Cómo no iba a perder la razón por ella?"

***

—Leni... entra conmigo— me separo de Jeff, me siento nerviosa pero también siento una enorme valentía en mi interior.

Jeff me mira y me da un beso en la frente —todo estará bien, aquí estaré cuando salgas— asiento.

—¿Me prestas tu celular?— lo saca de su bolsa y me lo tiende —gracias— 

Miro a todos los que están a mi alrededor, a Lucí quien me sonríe con cariño, Emilio me aprieta el hombro dándome ánimos, Marco levanta sus dedos pulgares, Nick me regala una enorme sonrisa que me hace reir, Mall me abraza y por ultimo Alex, me detengo en frente de él.

—Gracias por todo lo que has hecho por mi— asiente y me jala para abrazarme, lo abrazo también y le doy un beso en la mejilla.

A un lado de la puerta esta mi mamá, cabizbaja, jugando con sus dedos, me acerco a ella.

—Gracias por venir, fui dura contigo, perdón— mi voz se quiebra un poco.

—Perdóname tu a mi— le doy un abrazo rápido, ella me da un sobre amarillo, pero ya no tengo tiempo de ver que es y sigo al señor Montgomery, quien también toma el sobre y lo mete en sus documentos.

—Por aquí— entramos en un despacho, hay dos señores más, mi cuerpo se tensa cuando veo al señor Cass, tiene un moretón en la barbilla. 

El señor Montgomery nota mi nerviosismo, me toma de los hombros y me acompaña hasta la silla en frente del juez. 

—Buenas noches señorita Duncan— me saluda el juez —normalmente no atendemos casos por la noche, pero esto parece ser urgente— 

—Lo es— respondo.

—Digame, ¿usted le hizo esos golpes al señor Cass— lo miro unos segundo y  miro al juez de nuevo.

—Si— digo firme.

—¿Por que lo hizo?—

—Entro a un departamento que no es de él y tomo mis cosas sin autorización— trago saliva.

—El señor la acusa de haber entrado a su casa y robar documentos importantes para él— una sonrisa se dibuja en mi cara, aprieto mis labios para no reír —¿le causa gracia esa acusación señorita Duncan?—

—El se adueño de un pueblo que no es de su pertenencia— miro al señor Cass— ¿no cree que eso es ser doble moral?— veo como su mirada se intensifica, parece que le molesto eso— y que decir de los golpes que él me hizo hace unas horas ¿eso no cuenta señor juez?— me acerco más al escritorio, me siento enojada —¿puede ver los golpes?— el juez asiente — yo lo golpee en defensa propia— 

—¿Tiene algo que decir señor Cass?— se acomoda su corbata y mira a su abogado— 

—Esta señorita entro en una propiedad privada— me rió y pongo los ojos en blanco.

—Ese cuento ya lo sabemos— le respondo —¿alguna otra cosa o ya podemos empezar con el asunto importante?— el abogado carraspea y mira sus documentos acomodándose sus lentes—

NO ES UN MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora