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"No soy bueno con las palabras, pero si aprendes a quererme, descubrirás en mis caricias lo que no te sé decir"

                                                                                                     ***

 Así es, aquí venimos las personas que ya no podemos estar en los otros pueblos...—

Le agradezco, pago al señor y salgo en busca de Jeff, no tengo idea de a que se refería el señor, puedo hacerme un par de ideas pero quiero que Jeff tenga la confianza de decírmelo.

—Pof fin llegas— toma su helado y yo me quedo parada viéndolo, me mira con las cejas en entre cerradas —¿que? —

—Nada— me siento alado de él y comemos nuestro helado en silencio mientras vemos el atardecer —El señor de los helado es muy amable— es lo único que se me ocurre decir.

—Si, lo es— le da una última mordida al cono de su helado y con una servilleta se limpia la boca.

—¿Por qué te gusta aquí? — lo miro esperando una respuesta pero parece como si estuviera pensando que decir.

—La gente de aquí es...diferente— dice por fin.

—¿Que quieres decir? — trago saliva cuando me da una mirada fría.

—¿Por qué siempre quieres saber todo? — se levanta y camina, dejándome sola.

Ha pasado media hora, sigo sentada en la misma banca esperando a que Jeff regrese, no conozco este pueblo y no sé como regresar a su casa, siempre he sido mala para recordar calles y direcciones. Saco mi celular y le escribo.

Me levanto sintiéndome triste, enojada y frustrada, aveces siento como si conociera a Jeff pero realmente no lo hago

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Me levanto sintiéndome triste, enojada y frustrada, aveces siento como si conociera a Jeff pero realmente no lo hago.

—¿Disculpe? — me dirijo a una señora —¿como puedo llegar al siguiente pueblo? —

—Lo siento muchacha, los caminos dejan de pasar a las 8:00 de la noche aquí— me responde amable.

—Oh... ¿Hay hoteles aquí? —

—Hay uno pequeño, camina tres cuadras derecho y después gira a la izquierda, ahí lo verás—

—Gracias— le sonrió y sigo sus indicaciones.

Cuando giro a la izquierda, como me dijo la señora, veo un letrero de madera con la palabra "hotel" es pequeño pero muy bonito y acogedor.

—Buenas noches— digo cuando entro, un chico de unos 25 años me ve y sonríe.

—Hola ¿quieres una habitación? —

NO ES UN MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora