Capítulo 46

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No duró mucho tiempo en el parque, si por el fuera no hubiera regresado a casa hasta mañana pero lo hizo por su hija, comenzaba a hacer frío y no quería que se enfermara.

Llegó a casa, se había ido con Star y ahora regresa sin ella, pero con Romina en brazos.

—Hijo ¿Todo bien? -comenzaron a cuestionar.

sin ánimos entregó a la niña, caminó al sillón y se sentó en el. estaba cabizbajo, mirando al suelo.

—¿Marco?

—Lamento ser inmaduro, lamento no mostrarme como debo, pero... no puedo, la amo, amo a Star como se debe, amo lo que estamos formando ¡una vida juntos! y llega alguien a arebatandola de mi lado, llevándose la mitad de mi vida. Es tan injusto que no pueda actuar por temor a que el le haga daño, me siento tan mal por esto, por ella, no se que estará pasando a lado de ese idiota.

[...]

—Enrique -Nombró temblando, estaba tan nerviosa y ese sentimiento de temor y tristeza no la abandonaban.

—¿Si, Star?

—¿Puedo quitarme la venda?

—Aún no mi amor, espera un poco más -Respondió tranquilo, y bajó del auto.

Star por unos segundos solo escuchó silencio después de aquel portazo, podian oirse grillos, las hojas de los arboles haciendo leve ruido con sus hojas, era un poco tranquilo.

—Toma mi mano —Interrumpió, tocando el brazo de la rubia.

Star obedeció, bajó vendada de los ojos con miedo a caer, caminó un poco y después sintió un poco de calor.

—Bienvenida, mi amor -Habló Enrique quitando la venda de los ojos de Star.

Abrió sus ojos lentamente, parpadeando un par de veces ya que veía borroso, paredes color azul cielo, no tan amueblada, carecía de ventanas, solo habia una en esa parte y para el colmo tenía varios barrotes que impedían que algo mas grande que un lápiz saliera.

Tenia miedo, era incómodo. Enrique estaba alucinando y ella no sabía que hacer.

—Dame la mano Star -Escuchó a sus espaldas, un frío recorrió la misma y volteó lentamente encontrándose con los ojos de el pelinegro.

—¿Para qué Enrique? -Se negaba a hacerlo.

—Tu solo damela y deja de preguntar -Frunció el ceño y tomó la mano de su contraria suavemente, la guío a la segunda planta —Mira, nuestra habitación -soltó después de abrir aquella puerta blanca de metal.

—Prefiero dormir en el sillón

El pelinegro no dijo nada, simplemente se quedó callado.

—Ven -Dice jalandola levemente a la cama —Oye... ¿recuerdas aquella vez en el parque donde yo queria comenzar a jugar? -Habló quitando mechones rubios del hombro de su contraria, terminando le miró a los ojos y tomó su barbilla sonriendo —¿Qué opinas si lo intento de nuevo y tu te dejas?

—No, que asco -Dijo evitando aquel beso.

—OYE —Gritó dando una cachetada, tomando con fuerza el cuerpo de Star, lo llevó hasta golpear la pared, un pequeño quejido de parte de ella se pudo escuchar, su mejilla derecha comenzó a mostrar la marca de la mano de el pelinegro —TU NO TIENES DERECHO DE DECIRME UN NO, YO PONGO LAS REGLAS.

—Enrique por favor, perdóname, pero no me hagas nada, por favor -pidió llorando, le aterraba pensar en ello.

—No, no, no... Star, mi amor, lo siento -dijo acariciando con tristeza el rostro húmedo de la rubia.

—Dejame ir...

—No -dijo seco, soltando a Star y caminando  hacia la cama

—¿por qué no?

—Por que no Star, punto...

—¿Que hice para que me hagas esto? -Dice colocándose frente a el.

—Haberte enamorado de alguien más, eso hiciste.  Yo hacia todo por ti Star, hacia cualquier cosa, te ayudaba dándole celos a ese estupido y me sacrificaba para poder tenerte a mi lado... Y Marco con tan solo un chasquido podía tenerte, a el no le era tan difícil por que en realidad tu lo amas a el, no a mi. Y perdón cielo, pero soy inseguro y egoista, solo te quiero para mí. —Respondió, caminó a la salida sin mirar a atrás —Ahorita regreso...

—¿A donde vas? Enrique... Enrique no -Pedía gritando mientras golpeaba la puerta —¡Enrique!

Le habia puesto llave a la puerta...

Dulce Tentación -Starco-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora