Capítulo 2

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—¿Y dónde me cambio? — pregunto en voz baja.

—Ése es tu problema — contesta la chica haciéndome una cara y encogiéndose de hombros —, ahora vete.

Doy la vuelta lentamente y camino hacia la salida de la habitación.

—¿Dónde se supone que está su habitación? — pregunto antes de irme.

—¿No puedes investigarlo tú?

—Técnicamente eso estoy haciendo, además se supone que deberías decírmelo tú.

—La cuarta puerta de este lado — consigue decirme antes de cerrarme la puerta en la cara.

Abrazo la ropa con fuerza y camino rápido por el pasillo. Cuento las puertas y abro la indicada con cautela. Espero encontrármelo, pero lo único que me encuentro son escaleras. Dudo un momento sobre qué debo hacer, la chica no me dijo nada más que el número de puerta, y dado que creo que no le he caído bien, no sé si me ha dicho de verdad dónde es o no.

Entro en silencio, vuelvo a cerrar y subo las escaleras lentamente mientras miro hacia arriba en busca de algo.

El cansancio y la forma espiral de las escaleras me marea, necesito dormir antes de que termine desmayándome o muriéndome.

Luego de más de quince peldaños llego, hay una puerta mas, y estoy segura de que si realmente no me mintió, esta ya es la habitación.

Respiro profundo y abro tan lento como puedo. Veo luz, así que eso afirma que he entrado al lugar correcto. Asomo levemente la cabeza y observo adentro, el chico está recostado en la cama mirando el teléfono.

—Pasa — dice sin mirarme.

Con la inseguridad al tope le hago caso, entro con pasos cortos y cierro lentamente y sin hacer ruido. No sé exactamente a dónde debo ir, y no deseo molestarle e interrumpir su navegación en internet.

—¿Dónde puedo cambiarme? — pregunto en voz baja esperando que sólo responda y no me mire.

Pero mis deseos se van a la mierda cuando desvía los ojos de la pantalla.

—¿No te has cambiado ya?

—No... la chica me dijo que era mi problema en donde cambiarme.

Él pone los ojos en blanco y se levanta de la cama, la rodea en mi dirección y me tenso nuevamente.

—Puedes cambiarte aquí — responde —, o en el baño, no importa.

Quiero asentir o algo, pero me distraigo cuando quita la ropa de mis brazos.

Intento recuperarla, pero para mi suerte siento que la toalla que me envuelve se afloja de mi pecho.

—Mierda — me quejo cuando me quedo desnuda frente a él. Alcanzo a taparme el pecho y cruzar las piernas antes de que me mire.

—No lo hagas — susurra parándose a menos de un paso de mí —. No te cubras, aquí nadie lo hace.

Estoy perdida en su mirada, me quedo sin aliento y siento la necesidad de bajar las manos de donde las tengo, sin embargo una pequeña parte de mí, la que no ha sido dominada, me hace quedarme como estoy.

—Vuelvo enseguida — avisa regresándome a la normalidad.

Me regresa la ropa y se va del lugar sin decir nada más, mis hombros se relajan y veo todo a mi alrededor. La cama es realmente grande, con sabanas y cobijas negras, el piso es de madera obscura, y el resto de muebles es del color predominante en toda la casa. Negro.

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