Nunca sabes cuan eterno es un día hasta que tienes un corazón roto.
Cuando eso pasa sientes incluso como pasan los segundos.
Eso he sentido a diario cada día desde el momento en que ambos nos dimos la espalda.
En ocasiones siento que comienzo a sanar, pero es solo momentáneo, pues luego vuelvo a derrumbarme.
Me sigue resultando extraño. Seguramente es porque nunca había pasado por esto, nunca me habían roto el corazón, nunca había pasado nada parecido.
En resumen, la depresión me ha mantenido cautiva todo este tiempo, y por como veo las cosas, no desea soltarme pronto.
Unos golpes en la puerta me sobresaltan.
Mamá entra y camina hasta donde estoy sentada.
—¿Cómo te sientes? — pregunta.
—Normal.
—Tony y yo queríamos salir con ustedes un rato. Teníamos pensado ir al cine, luego a comer...
—No puedo.
—¿Por qué no?
—Voy a salir...
—¿Saldrás? — pregunta casi brincando de la alegría, pues sin mentir tiene más de un mes que no salgo de la casa.
—Así es — acepto mientras voy al armario para cambiarme la ropa que tengo puesta.
—¿A dónde irás?
—Tengo algo que hacer — respondo sin dar detalles —, algo que debí hacer hace bastante tiempo.
—Está bien... ¿quieres que te lleve? ¿O que te acompañe?
—No, solo... ¿puedes prestarme tu auto?
—Por supuesto, tómalo, las llaves están donde siempre.
—Gracias — digo poniéndome una chamarra encima deprisa.
Corro a ponerme unos tenis para irme de una vez, no sé ni en qué momento tomé esta decisión, pero la llevaré acabo antes de arrepentirme.
Salgo de la habitación corriendo y me voy hasta la entrada sin detenerme, pues todos están en el comedor y no deseo preguntas.
Salgo del apartamento y bajo por las escaleras sin pensarlo.
No puedo ni detenerme a esperar el ascensor, eso me daría tiempo de meditar mi plan y arrepentirme de el.
Para mi fortuna, el auto está estacionado frente a la entrada del edificio.
Subo rápidamente y me pongo en marcha. Me atrevo a encender el radio para distraerme con la voz del locutor, ya comienzo a dudar de lo que hago y no puedo permitirme volver sin hacer lo que quiero.
Me miro rápido por el retrovisor y no sé si sentir lástima o vergüenza por mí.
Estoy hecha un asco, no sólo por no haberme arreglado, sino por haberme descuidado todo este tiempo.
Las ojeras casi me llegar a la mandíbula. Mi rostro se mira demacrado, y sé perfectamente que estoy en los huesos, pues incluso la última vez que comí fue el jueves de la semana pasada.
Me pongo el cinturón rápidamente y entro de lleno a la avenida casi provocando que un carro se frene y le choque otro.
Por suerte no pasa y sigo mi camino con algunos cláxones tocándome.
Ya está, si provoco un choque ni siquiera me importaría, y ese pensamiento casi me hace sentir mal, ¿tan mal me siento como para insensibilizarme con los demás?
¿Como me quiero morir me da igual si los demás se mueren?
Vaya, ya tenía tiempo que no convivía conmigo misma, y esto no me está gustando.
Voy manejando como una loca, me he pasado varios altos, voy más rápido de lo que debo, cambio de carril casi sin ver que no venga otro auto.
Podría chocar, provocar un choque, atropellar a alguien, o ser detenida en cualquier momento, y aún así continúo sin el menor remordimiento.
Lo peor del caso es que sé perfectamente que para este punto deberían estarme siguiendo por lo menos un par de patrullas y no hay nada.
Por fin detengo el auto.
Me bajo rápido y corro lo poco que queda hasta la entrada.
Miro hacia adentro de la reja mientras me sostengo de ella.
Pero todo luce vacío.
La casa sigue ahí, pero no hay nada más.
No hay autos, motos, ni nada. Incluso alcanzo a ver la casa, y noto que ninguna de las ventanas tiene cortinas.
Miro para abajo y veo una cadena y un candado puestos sobre la reja.
¿Se han ido...?
—Se fueron — dice otra voz y me separo rápidamente de la reja —, luego de que tú te fueras.
—¿Mich? — pregunto acercándome a ella. Pues la reconozco por el cabello rosa, pero dudo un momento por la gorra y los lentes que trae puestos.
—Así es — dice quitándose los lentes y acercándose a mí—, se fueron. Por fin volvieron a donde pertenecen, y a hacer sus obligaciones.
Ambas nos abrazamos, pues nos hicimos buenas amigas mientras vivimos aquí.
—¿Las echaron igual?
—No. pero decidí quedarme, ¿sabes? Creí que ya era un buen momento para comenzar a tener una vida normal, como una persona normal y no como una esclava. Y con más personas como yo.
—Supongo que ha sido una buena decisión...
—Así es — acepta sonriéndome aún más, como si estuviese emocionada —, conocí a un chico. Es lindo, y... me ha demostrado lo poco que me valoré estando con Agramón.
—Me alegro por ti — admito sonriéndole, me gusta saber que ahora está bien y mejor.
—¿Viniste a buscarlo?
—Creo que sí...
Mich suspira y mira en otra dirección, como si pensase en algo.
—Te enamoraste.
—Sí... — confieso con pesar, pues sé que no debía suceder así.
—No te culpo, él también se enamoró de ti.
La noticia me cae como bomba. Pasan tantas cosas en mí que me cuesta trabajo entender si me siento bien o mal.
—Es mentira, ¿no? — contesto.
—Eso quisieran ambos — dice riéndose —, pero lamentablemente no. Se enamoraron. También fue por eso por lo que Lucifer decidió irse, es cierto que le obligaron a volver al infierno, pero si no fuera por ti, no lo hubiera hecho. Digamos que quedarse aquí te ponía un poco en peligro.
—¿Se fue por mí?
—Pues... sí, entre una y otra cosa terminó por acceder. Solo vete, Ness, comienza tu vida, esto sólo fue una etapa. Ahora sal, diviértete, vive; creo que Lucifer te enseñó bien lo corta que puede ser tu vida y la forma en la que debes pasarla. Así que no desperdicies el tiempo en banalidades y vive. Después de todo, de amor nadie muere. Y si le toca a alguien morirse de ello, que sea él y no tú.
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Chicoooos, sólo para avisarles que los siguientes dos capítulos serán los últimos. 😬❤️
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The morning star
Paranormal¿Qué harías si un día tu padre paga sus deudas dándote a cambio con dos hombres que nunca habías visto en la vida? Dispuestos a cometer los más grandes crímenes y teniendo negocios con las personas más peligrosas. Dos hombres que no dudarán en saca...