—Esperaremos aquí — dice mi madre cerrando la puerta de la camioneta y recargándose en ella —, vayan por sus cosas, si algo pasa vengan por mí.
—Peter y yo nos encargaremos de ello — le digo separándome de ella para ir adentro.
Los nervios se me han calmado bastante, después de todo ya estamos aquí, así que lo mejor será estar tranquila por cualquier percance que pueda haber.
—¿Lo atacamos desde ahora? — pregunta Peter bajando la velocidad para esperarme.
—No, si no él no se pone pesado no habrá que hacer nada, atacarlo sería provocar que se altere.
—Bien.
Paso entre mis hermanas y soy la primera en entrar a casa.
Todo está ordenado y en silencio, posiblemente mi padre ni siquiera esté aquí y eso sería maravilloso para nosotros.
—Ya que vienes tú, supongo que ya vienen por sus cosas — y no, aquí está.
—No creo que tengamos que discutir — contesto haciéndole una seña a mis hermanas para que entren por sus cosas mientras yo intento arreglar esto.
—¿Discutir? ¿Por qué lo haríamos? — mi padre tiene una vaso de cristal en la mano y me mira muy atento esperando una respuesta.
—Deja de portarte sarcástico conmigo y no intentes insultar mi inteligencia parándote de esta forma frente a mí, sabes porque tendríamos un problema, y también sabes como lo solucionaríamos.
—¿Por qué no van por sus cosas para irse con su madre? — pregunta haciendo un gesto y le da un trago al licor que podría jurar es coñac.
—¿Así de fácil? — pregunto sabiendo que hay una trampa en esto.
Sandra sale nuevamente con unas cuantas cosas en las manos, aunque lo que más llama la atención es la guitarra.
—Ah no — dice papá mirándola —, tú te metes, no creas que vas a irte. Solo ellos dos pueden recoger sus cosas y largarse.
Veo la cara de mi hermana palidecer y siento su desesperación desde donde estoy.
—Sal ya — digo asintiendo tranquila y ladeando la cabeza hacia la puerta —, y date prisa para que vuelvas por el resto.
—¿No escuchaste mi orden? — alza la voz mi padre haciendo que mi hermana vuelva a detenerse —, ni tú ni tus hermanas van a salir de esta casa.
—Dije que salgas ya — repito —, no escuches lo que él te diga. Y creo que tú no estás en posición de dar órdenes.
—Soy su padre, y aunque tú ya te sientes lo suficientemente grande como para no seguir órdenes, ellas aún no lo son.
—Creo... no, no creo, estoy segura de que no estás entendiendo que pasa aquí. Nos vamos a ir, sacaremos nuestras cosas e iremos con mamá, quieras o no, y te recomiendo que mejor cooperes, que lamentablemente el control aquí lo tengo yo, y si no quieres que lo tenga mi madre, mejor déjanos ir.
—Tú no tienes ningún control, Ness.
—Te equivocas, padre, lo tengo. Para tu mala fortuna, todo este tiempo estuviste dándome poder, cada vez más, hasta ahora. No le diste el poder a tu enemigo, me convertiste en tu enemigo, y ya que me di cuenta que se vale acuchillar por la espalda, entonces también lo intentaré.
—¿De qué estás hablando?
—De todos tus negocios, padre. Sabemos perfectamente que no te conviene que nadie sepa qué la editorial es un disfraz al lavado de dinero que haces, tampoco que no siempre transportas libros, sino drogas, entre muchas cosas más, si esa información llega a mi madre, obviamente va a irse encima de ti, ¿cómo podría un hombre como tú estar al cuidado de cinco hijos? Y espera, que si le digo también que me usaste como cheque, no sabes lo que va a pasar contigo. Si ya vendiste a una de tus hijas, ¿qué cosas tan horribles e inimaginables podrías hacer con las otras tres? ¿De verdad vas a arriesgar todo tu imperio por un capricho?
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The morning star
Paranormal¿Qué harías si un día tu padre paga sus deudas dándote a cambio con dos hombres que nunca habías visto en la vida? Dispuestos a cometer los más grandes crímenes y teniendo negocios con las personas más peligrosas. Dos hombres que no dudarán en saca...