Capítulo 40

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—Yo estoy orgulloso de ti.

—Tú cállate, Milo, tú estarías orgulloso si yo hiciera una orgía.

—Bueno, sería un buen avance.

Reprimo las ganas de golpearlo y me concentro en lo que estaba diciendo.

—Ya ni siquiera sé qué decía.

—¿Te gusta sí o no? — insiste mi madre.

—Siempre me ha agradado, Mason es muy muy lindo, lo quiero y todo, pero creo que aún cuando pasó eso aquella noche no estoy lista para tener algo serio con él, ni con él ni con nadie.

—¿Por qué no sólo dejas fluir todo? Ya habíamos hablado sobre el compromiso y las ataduras.

—Milo, si quisiera ser tu copia femenina ya te habría cogido, ahora cierra la boca y enfócate en mi caso y no el tuyo.

—¿Entonces sólo te follaste al pobre chico y lo dejaste desnudo en su cama? Como si de película se tratase

—No, yo... bueno, algo así. Es solo que no sabía que hacer, además, le escribí una nota, tampoco me fui sin dejar rastro.

—Bueno, te tomaste la molestia.

—No sabía que hacer, no soy como tú que vas de cama en cama cada fin de semana.

—Pero es diferente, es el chico que te gusta y hasta lo quieres, no debías huir de ahí.

—Estaba asustada — me defiende mi madre —, no la culpes, su progreso fue gigantesco y más rápido de lo que debía ser.

—Me llamó ese día por la tarde, le expliqué todo y lo entendió, pero ahora sólo estoy confundida, siento que voy a romperle el corazón.

Y es cierto, aunque luego veo el otro lado. Es un brujo, tienen demasiados años, seguramente ha tenido cientos de relaciones, ¿yo podría romperle el corazón? No lo creo, seguro sólo comprenderá las cosas y seguirá con su vida.

—Sólo llévate todo con calma — dice mi madre —, él ha entendido y seguro es paciente, si las cosas entre ustedes dos están destinadas a ser, se darán solas, si no, no habrá forma de forzarlas. Así es todo.

—Bien, entonces fingiré que nada ha pasado, mi vida ha vuelto a estar bien por fin y voy a seguir como si nada.

—Ve el lado bueno, acostarte con ese chico terminó de regresarte a la normalidad, ¿qué mejor? — inquiere Milo.

—Si si, aún seguiré pensando en esas historias bonitas de amor verdadero.

—Tú lo has dicho, sigue pensándolo.

—Ya cállate — me paro de la silla y tomo mi bolsa de la mesa antes de que siga con sus ideas locas y retorcidas —, vuelvo en un rato, Layla debe estar abajo ya.

—Layla, eh...

—Mira, Milo, si te atreves a poner los ojos encima de alguna de mis amigas te los saco, piénsalo bien.

—¿Si el deseo es recíproco se vale?

—Ya te dije — le amenazo señalándole con el dedo.

—Bien, bien, calma.

—Vuelvo en un rato — digo antes de salir del apartamento.

Me detengo frente al ascensor y presiono el botón una sola vez.

Mason está rondando en mi mente desde la noche que pasé con él, no han pasado tantos días de eso, y al parecer todo está bien, incluida yo.

Subo al ascensor y presiono el botón de planta baja, esperando que no se detenga hasta que llegue abajo.

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