Capítulo 33

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—Me pregunto cómo conseguiste papales para viajar — digo algo bajo mientras estamos formados.

—No lo sé — responde Lucifer —, yo solo hago las peticiones y Astaroth se encarga de ellas.

—Debe ser fabuloso tener a alguien que haga lo que le pidas.

—Pues... hace más sencillas las cosas. No tienes que ir y formarte para sacar un pasaporte, y lo mejor es que no lo tienes que pagar.

—Si, suena bien.

—Lo es.

—¿Listos? — pregunta mi madre acercándose junto a Tony.

—Lista — contesto sonriéndole.

—¿Ya has subido a un avión antes, Luzbel?

—He volado muchas veces — responde, evadiendo la pregunta real del avión, pero a ojos de mi madre respondiendo.

—Genial.

Mis hermanos se forman junto a nosotros, y siento como Milo comienza a acercarse peligrosamente para hacer su comentario del día.

—Es hora y media de camino — dice, lo que me saca un poco de balance, pues ya comenzaba a prepararme para darle una respuesta a su sarcasmo —, organicen bien su tiempo para que logren follar en el baño sin prisa.

—Te advierto que no voy a tolerar este clase de comentarios cuando lleguemos — responde Lucifer adelantándoseme —, así que deja de hacerlos si no quieres tener problemas conmigo.

—Calma, amigo, ¿Nessie no se ha dejado últimamente?

Lucifer toma a Milo tan rápido que ni tiempo le da de agregarle su risa estúpida al comentario.

—No lo voy a repetir, con lo siguiente estúpido que digas voy a borrarte la sonrisa a golpes.

Creo que se toma tan en serio las palabras que acaba por quedarse callado y alejarse de nosotros.

—Es un imbécil — dice en voz baja regresando a mi lado.

—Lo es — acepto —, el día que mi madre dijo lo del viaje te miré en busca de ayuda para no ir, no para que la apoyaras a ella sobre que los acompañara. Así que ahora te toca soportar a ese imbécil conmigo.

—Con que es mi culpa.

—Pues... sí, un poco.

—Ya qué, se ve que mi amenaza ha surtido efecto y con suerte nos deje la semana tranquilos.

—Creo que con mucha suerte así será.

La fila en la que vamos formados comienza a avanzar, tomo mi maleta y me la cuelgo al hombro, comienzo a caminar detrás de mi madre, le entrego mi boleto a una de las chicas que los reciben y me sigo hacia adentro del avión con los demás.

He subido un par de veces antes, pero siempre me pone de nervios el despegue. Supongo que no es nada extraño.

Camino un poco en busca de mi asiento y cuando lo encuentro me estiro hacia arriba para guardar el bolso que tengo colgando del hombro.

Lucifer termina quitándomelo y guardándolo junto a una mochila suya, me siento del lado de la ventana y espero en silencio que toda la gente se apresure para irnos de una vez.

—¿Nerviosa? — pregunta sentándose a mi lado.

—Un poco — acepto quitándole importancia —, ¿tú?

—Nunca.

—Es cierto — digo recordando el par de alas que tiene —, a veces olvido lo que eres.

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