Capítulo 12

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—¿Dónde está Larisa? — pregunta Calipso con voz ligeramente baja.

—No puedo hablar demasiado, pero... — comienzo mientras miro a mi alrededor en busca de Lucifer —. Hizo una de las suyas y él casi la quema viva... creo que ya es definitivo que se vaya de la casa...

—¿En serio?

—Sí, en serio. No sé qué tan real sea, pero eso dio a entender.

—Si lo dijo es seguro, no hay por donde dudar.

—Estoy segura de que podría cambiar de opinión — debato rodando los ojos.

—No lo hará.

Tomo una de las copas de la mesa y me la llevo a los labios sin siquiera preguntar qué es, pues tiene toda la pinta de ser vino.

—Príncipe — dice Calipso a forma de saludo y hace una pequeña alabanza.

—Calipso — contesta Lucifer al tiempo que me toma de la cintura —, vamos, te presentaré a alguien — me dice para que me vaya con él.

El sabor de lo que acabo de tomarme es muy extraño, definitivamente no es vino, de eso sólo tiene el color; es bastante espeso y tiene un sabor agridulce.

La mujer de la fiesta anterior hace su aparición de nuevo, sin embargo Lucifer no me suelta en ningún momento y llegamos hasta ella juntos.

—Lucifer — dice ella muy sonriente y él corresponde el saludo.

—Lilith, ella es Ness — me presenta haciendo que la mujer centre toda su atención en mí.

—Ness — repite acercándose a mí —. El azul te queda bien.

El cumplido me parece un poco extraño, sin embargo no digo nada ante eso.

—Gracias — me atrevo a pronunciar.

—Se ve que es linda — le dice a Lucifer mirándolo —, no sé que esperas para hacer algo con Larisa.

Dicho esto da la vuelta y se adentra entre todos los que quieren saludarle.

—Lilith es muy... directa — explica antes de hacernos caminar nuevamente.

—Ya veo.

Otra zona se ve iluminada, haciendo que el resto del lugar se vea lúgubre y oscuro.

Siento a Lucifer ponerse tenso junto a mí, le miro un momento y sus ojos miran en dirección a la luz.

—¿Pasa algo? — me atrevo a preguntarle en voz baja.

—No — responde demasiado rápido y nos hace caminar con prisa.

Vamos esquivando a personas hasta que por fin logro ver la razón de su tensión. Y admito que me tenso igual y quiero soltarme de su agarre para tomar un camino diferente.

Sin embargo no puedo separármele y me veo forzada a ir con él fingiendo tranquilidad.

—Buenas noches — saluda el ángel que yace frente a nosotros a un par de metros —. ¿Qué te hiciste?

—Nada — responde Lucifer tajante y casi agresivo.

—Te ves... diferente.

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