Capítulo 26

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Me lavo las manos y tomo una toalla de papel para secarlas.

El ruido de la fiesta se escucha perfectamente desde aquí. La música, las risas, todo.

Oigo la puerta del baño abrirse, sin embargo no le presto atención y me miro al espejo buscando algo que arreglarme.

La persona que ha entrado se recarga sobre el muro donde comienzan los cubículos, e instantáneamente siento su mirada encima.

Desvío la vista de mí y la dirijo hacia él.

Y ahí está.

—Supongo que vienes a cobrarte — digo mirándolo a través del espejo.

—Supones muy bien.

—Pues bien, adelante — acepto sin poner resistencia y me doy la vuelta para mirarle de frente.

Lucifer esboza una sonrisa y camina en mi dirección.

—No respetas ni las bodas — comento cuando tengo sus manos en la cintura.

—Y veo que te molesta demasiado — contesta antes de besarme.

—Muchísimo.

Me carga y me sienta sobre el lavamanos, abre mis piernas y se coloca entre ellas.

Siento una de sus manos acariciarme los muslos, hasta que sus dedos se deslizan dentro de mí.

Me quejo ante ello, cosa que hace sonreír al demonio.

—¿Te gusta? — pregunta.

—Sí — me apresuro a contestar.

—Lo sé, puedo verlo.

—¿Entonces por qué lo preguntas?

—Me gusta escuchar como lo dices.

—Me gusta decírtelo.

—¿Ah si? — pregunta alzando las cejas.

—Sí — acepto sonriendo y con ganas de reírme.

—Entonces dímelo — pide —. Dime lo mucho que te gusta como lo hago.

—Basta ya, no podemos tener sexo aquí.

—¿Quién dice eso? — cuestiona desabrochándose el pantalón.

—Yo lo digo.

—¿Y quién te dio permiso de decirlo? — inquiere alzando la vista.

—¿Tengo que pedir permiso?

—Para prohibir tener sexo, sí.

Con un brazo me baja de donde estoy sentada y me hace girarme para darle la espalda.

—No vas a hacerme caso, ¿verdad?

—Claro que no — responde divertido un momento antes de embestirme.

Mi boca se abre al instante y frunzo el ceño.

—Joder, no hagas esto — le pido en susurros.

—¿En verdad quieres que no lo haga?

—No...

—Eso pensé — dice muy seguro de sus palabras, pues ambos sabemos que tiene el control absoluto sobre mí.

Cosa que nunca pensé permitirle a nadie, sin embargo tratándose de él no me molesta.

Siento que mis piernas se doblan, pero Lucifer no me permite desplomarme y me sostiene para que no pase de nuevo.

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