Bloqueo el móvil y lo dejo sobre la cama, me he asegurado de bloquear a mi padre y todas las personas que puedan darle información de mí. Mis hermanos son los únicos exentos aquí, sin embargo aún no he hablado con ellos para aclarar todo, o por lo menos decirles que estoy bien. La única que lo sabe es Sandra, y sé que no va a decir nada.
Me paro de la cama y camino en dirección a la ventana con un poco de curiosidad.
Chasqueo los dedos y la luces de la alcoba se apagan, me siento en el pequeño sillón y miro curiosa todo lo que hay abajo.
La iluminación es diferente en los distintos puntos del jardín, aunque todos lucen con ropa muy extravagante, las que más resaltan son las respectivas damas de cada demonio.
La alberca es uno de los puntos más luminosos del lugar, pues el agua es de un azul turquesa intenso, combinado con destellos morados, y todo brilla como si fuese una mezcla con diamantina.
A diferencia, la fuente luce un poco más gótica, pues el líquido que brota de ella es rojo intenso, haciéndome pensar que incluso es sangre, pues veo que varias personas acercar una copa para beber la sustancia.
En la "cancha" con el pentagrama grabado parece haber una explosión, me sobresalto al verlo, sin embargo nadie parece prestarle tal atención como yo.
El humo resplandeciente comienza a dispersarse, y veo una figura salir de el.
No es hasta que queda completamente al descubierto cuando veo a varios prestarle atención.
Una mujer, blanca como el papel, con el cabello obscuro y largo. Viene vestida con ropas tan doradas como el oro y que en un descuido tal vez lo sean.
Veo a varios acercársele y hacer alabanzas, otros tantos intentan escoltarla.
Veo a Lucifer entonces, suelta a Larisa y se dirige hacia la nueva invitada, le saluda e invita a integrarse con los demás mientras hablan de algo.
Mis ojos se mueven de lugar, vuelven a vagar por todos lados hasta detenerse sobre otro par de ojos morados. Me quedo pasmada en ese momento, estoy a obscuras por completo, y pensé que sería algo imposible ser sorprendida de mirona por alguien.
Me hago a un lado y cierro la ventana, corro las cortinas y regreso a la cama de un brinco.
Ese tipo estaba mirándome directamente, no fue simple coincidencia, sentí como me miraba, como sabía lo que veía y no sólo coincidió en que sus ojos estaban en un punto ciego para él.
Bajo de la cama y me aproximo a la salida, llevo más de tres horas aquí encerrada y no me siento capaz de soportar más.
Bajo las escaleras con velocidad, abro la segunda puerta y salgo al pasillo que continúa vacío, tal como lo prometió Lucifer. Dijo que la casa era toda mía, pues nadie entraría ni pasaría de la puerta.
Bajo las escaleras un poco insegura, pues aunque me haya jurado una cosa el demonio, no me quiero encontrar con otra.
No oigo ningún ruido cercano, las luces están prendidas en su totalidad y tampoco veo alguna sombra.
Me meto a la cocina muy dispuesta a buscar algo de comer, y tal vez husmear un poco por los cajones y alacenas, pues no tengo demasiado que hacer y tampoco me han prohibido mirar.
Abro el refrigerador y observo con atención todo lo que hay. Este me recuerda mucho al de mi casa, aunque todavía es un poco más grande está repleto de cosas de todo tipo, aunque aquí veo cosas aún más caras que las que comprábamos nosotros.
Saco un paquete de blueberrys y comienzo a comérmelos mientras miro que más hay aquí adentro.
—¿Puedo preguntar tu nombre? — pregunta una voz un tanto curiosa, doy un brinco donde estoy y me volteo a mirar al responsable.
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The morning star
Paranormal¿Qué harías si un día tu padre paga sus deudas dándote a cambio con dos hombres que nunca habías visto en la vida? Dispuestos a cometer los más grandes crímenes y teniendo negocios con las personas más peligrosas. Dos hombres que no dudarán en saca...