Capítulo 16

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Juan 

¿Alguna vez se sintieron tan cómodos con una persona que acaban de conocer hace menos de un mes?

Esto mismo me está sucediendo a mi con la pequeña Alicia, que de pequeña no tiene nada. Cada vez me demuestra más que es demasiado madura para su corta edad.

Me gusta demasiado su convicción su manera de ver el mundo, forma de actuar.

Ya han pasado unos cuantos días desde la vez que nos vimos. Y esa no fue la última, hace unos días atrás, volvimos a juntarnos a tomar un café luego de su pasantías en el estudio de Germán. 

El tiempo se nos pasa volando cuando estamos juntos. Cada vez pienso más en ella. No hay día que no aparezca por mi mente, intento no asustarla. Pero confieso que si fuese por mi, la veo todos los días. Me gusta quien soy cuando estoy con ella, por una vez en mi vida dejo de pensar en el trabajo, dejo de pensar en mis preocupaciones. Solo somos ella y yo. 

Siempre estoy pensando excusas para verla, desde aquella primera salida nos pasamos nuestros teléfonos celular y hablamos todos los días. Me agrada bastante saber que no soy el único que quiere juntarse, sino también ella. 

-Tierra llamando a Juan -Franco me saca de mis pensamientos. 

-Lo siento, ¿Qué me estabas diciendo?

-Tenemos la reunión con la junta con las empresas de Estados Unidos. 

-¿Ahora? -me había olvidado completamente. 

-Exactamente dentro de quince minutos.

-¿Ellos viene? 

-Hermano estas en una maldita nube.

-Iremos nosotros al hotel donde ellos se están hospedando. 

-¿Y qué hacemos aquí?

-Esperando a que tu regreses a la tierra y así podamos ir. 

Cierro mi computadora y tomo mi celular junto a mi mochila. 

-Ya tengo todo listo, esta vez manejo yo -y se lo agradezco, porque anoche no pude dormir del dolor de espalda que tenía. No veo la hora de llegar a mi casa y descansar.

Luego de una reunión eterna, finalmente ambas partes pudimos llegar al acuerdo y quedamos en que nuestras secretarias iban a programar nuestra próxima reunión. 

Para finalizar mi día laboral, debía juntarme con Germán y Francisco, en el despacho de Bustamente. Donde íbamos a firmar unos últimos contratos y actas. Franco debe reunirse con otros socios, así que esta vez iremos por separado. 

Sin ganas de manejar, me tomo un taxi hasta el despacho, luego de unos veinte minutos finalmente llego. 

No es la primera vez que vengo y varios empleados me conocen, principalmente la secretaría de Francisco. 

-Buenas tarde señor Acosta.

-Buenas tardes -me indica el despacho y simplemente le agradezco con un gesto de cabeza. 

-¿Qué te ocurre? -Germán llama mi atención. 

-Creo que me estoy por engrinpar, siento todo los síntomas.

-¿Prefieres regresar a casa? -Francisco muy amablemente me pregunta.

-Puedo soportar una reunión más, eso si le voy a pedir a Sandra que me haga u

n té con miel. 

Dicho y hecho, Bustamente le ordeno a su secretaria algunas bebidas calientes y comenzamos a hablar del cierre del proyecto. Esta vez, no fue la fundación. Estamos haciendo una cadena de hoteles, en todo Europa y Argentina. En puntos claves y estamos terminando de cerrar este gran negocio, creo que este es uno de los negocios más grandes que hice en toda mi carrera. 

PERDURARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora