Juan
Luego de pasar un fin de semana en familia, llevando a mi sobrino a todos lados, cumpliendo cada caprichito. Finalmente comienza mi semana laboral, donde ahora solo vivo exclusivamente para el trabajo, apenas tengo tiempo de dormir unas pocos horas.
Mi cuerpo me pide a gritos un descanso, pero aún no es el momento de descansar. Todavía debo seguir, se que ya pague mi derecho de piso, ya hace diez años que estoy en el mundo de los constructores y arquitectos.
Pero siento que aún me falta mucho recorrido para descansar y solo firmar contratos. Confieso que me gusta estar presente en las obras, ver a mis empleados, ser yo quien responda mails y vaya a las reuniones.
Sabrina ayuda un poco en el estudio, pero con lo que respecta a mis acuerdos me gusta manejar yo. Responder yo, atender yo, ir yo, básicamente encargarme de mis trabajos. No me gusta delegar ciertos trabajos.
Esta mañana nos reuniremos con todos los socios de la fundación pronto será su inaguración y debemos ultimar algunas detalles restantes.
Cmo siempre cada vez que llego a la oficina, Sabrina me espera con un buen café con leche y facturas. Si señor, no puedo arrancar mi día sin este desayuno. Siempre es lo mismo y nunca me cansé de ellos y creo no hacerlo.
-Buenos días Juan -ella como siempre me saluda con ese intento de tono "seductor", que lamentablemente para ella en mi no genera nada.
-Buenos días -voy directo a mi oficina, se que soy un poco bastante frío, pero no tengo mucha empatía con ella.
Como es de costumbre mi querido socio no llego, siempre llega tarde. Pero ya estoy más que acostumbrado, enciendo mi maquina y comienzo a ponerme al día con mis asuntos pendientes. Hoy será una larga jornada.
Luego de una mañana a puro trabajo con la computadora y planos, me voy directo para la empre de los Bustamante, donde se hará la reunión. Franco va por su cuenta, me encuentro en la camioneta con mi pantalón de vestir y camisa. La música del flaco inundando mis oídos y los vidrios bajos para sentir la brisa del otoño.
Mientras espero el corte del semáforo, observo hacia fuera. Cada ser camina en su mundo, ninguno ve a su alrededor, o están con auriculares o hablando por teléfono o simplemente sumidos en sus pensamientos.
Observo a un grupo de chicas, son jovencitas deberán tener unos veinti tantos. Ellas van vestidas con sus pequeñas ropas, caminando como si se llevaran el mundo por delante. Como si estuvieran en la mismísima pasarela. Todas van iguales, pintadas como una puerta, con unos zapatos que se ven incomodisismos y con unos shorts que apenas tapan sus partes. Estamos en pleno otoño, como puede ser que no tengan frío.
Es inevitable no pensar en Alicia, no pensar en su forma de ser, su sonrisa y su estilo. Ella si que es una mujer femenina, de todas las veces que la vi, siempre me dio esa imagen. Arreglada, con un lindo aroma. Siempre muy prolija, nunca la vi zaparrastrosa, aunque pensándolo mejor sería igual de hermosa.
¿Qué te sucede Juan? Acaso vos estas diciendo toda estas tonterías.
No se que es lo que ella genera en mi, pero me encanta. Y como sospechaba, está de novia. Aquella noche en el ascensor tire una pequeña indirecta y nunca me contesto. Justo cuando iba a hacerlo su hermano apareció y todo quedo en el olvido. Pero no bastaban palabras, simplemente lo supe con su rostro, con sus gestos.
En ninguno momento lo negué, ni tampoco lo acepto. Pero una chica tan hermosa, es imposible que esté sola.
Así que mi querido Juan es mejor que comiences a quitarla de tus pensamientos.
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PERDURAR
Romance¿Cuánto puede perpetuarse una persona en tu corazón? Esta es la historia de Juan y Alicia. Solo basto un saludo, para adentrarse en un mundo lleno de sensaciones y emociones nunca antes sentidas por ninguno. Ni Juan, ni Alicia pudieron borrarse de...