C.32: "Tercer destino"

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EMMA
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Tomados de la mano y a duras penas caminamos hasta otra atracción.

Una noria, Dios Santo, es gigante.

—Crees tener la altura suficiente como para subir? -bromea y yo le pego despacio en el hombro.

—Inútil, para subir a la noria no tienes que tener cierta altura -hago un puchero y me subo a la pequeña cabina.

Escucho a mis espaldas la risa de Jesús y me siento en uno de los bancos, nerviosa, es normal que se mueva tanto?

Jesús toca un par de botones y enciende la palanca, luego se sube a mi lado y cierra la puerta de la cabina, miro a nuestro alrededor a medida que subimos, cada vez puedo ver más chica la cuidad, los edificios son pequeños, al igual que los coches, que apenas se ven.

Las luces que iluminan las calles ahora parecen estrellas y la luna en el horizonte me hace confundir, cuál es el cielo y cuál es la tierra?

Sonrío y me levanto del banco agarrada a un palo que está en el medio de la cabina, me pego a el cristal y lo observo todo con admiración.

Puedo quedarme aquí para siempre?

—Te gusta? -escucho la voz de Jesús a mis espaldas.

—Perdona? -me giro hacia él- cómo no me va a gustar esto? -río y miro a través de la ventana de nuevo- Me fascina, es... Es... No puedo describirlo -sonrío.

Por el reflejo del cristal veo a Jesús sacándome una foto, pero decido ignorarlo, hasta que saca otra, esta vez, con el flash puesto.

—Oye! -me giro- Qué haces? -me acerco a él.

—Nada -guarda el móvil sonriente.

Yo paso mis manos por su cuello y él por mi cintura.

—Te quiero, muchísimo -lo abrazo.

—Yo te quiero muchísimo más -me da un beso arriba de la oreja.

—Mmm.. lo dudo -sonrío.

Jesús me besa en toda la cara y yo río como si fuera una niña, aunque técnicamente lo soy.

Me separo de él y nos miramos directamente a los ojos, los suyos brillan y no sólo por las luces de la ciudad que se reflejan en ellos.

Tiene un brillo que nadie más posee.

La noria comienza a bajar y me separo lentamente de Jesús para volver a mirar las hermosas vistas.

—Vamos a sacarnos unas fotos, como recuerdo -se pone a mi lado.

Nos sacamos varias fotos, algunas haciendo el tonto, un par besándonos y otras "normales" con la cuidad de fondo.

Cuando la noria llega abajo, nos bajamos de ella y caminamos hasta un par de atracciones más, Jesús "gana" un delfín de felpa en un juego en el que tenías que embocar aros en botellas y me lo da a mí. Yo gano un perro color marrón claro en un juego que al peluche que le das te lo quedas y se lo doy a él.

Luego nos subimos a los autos chocadores y nos pasamos un rato allí, también hacemos palomitas de maíz y jugamos a las máquinas.

Al terminar ambos con los dedos agotados de apretar tantos botones salimos del local y caminamos hacia la salida.

A mitad de camino yo me saco los tacones y le pregunto a Jesús la hora.

—Son las... -saca su móvil- cuatro y cuarenta de la madrugada.

Mis tacones se caen al suelo.

—Qué?! Cómo que las cuatro y cuarenta? Es una broma? -Jesús niega- Mi padre estará preocupado por mí! -Jesús ríe.

Without Lies - [ Jesús Oviedo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora