C.18: "Pupilas dilatadas"

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JESÚS
·
Luego de manejar unos 40 minutos por la oscura carretera, encuentro un motel, al entrar me doy cuenta de que son como dúplex distribuidos por todo un campo.

Como los conos de Sally, en la película del Rayo Mcqueen.

Estaciono el auto y salgo de este, doy la vuelta y abro la puerta de Emma, le doy un beso en la frente mientras acomodo la chaqueta encima de su torso, ella se remueve y despierta.

-Iré a buscar una habitación, tú quédate aquí, prometo no tardar mucho, vale? -acaricio su mejilla y ella asiente evitando mi mirada.

Dejo un suave y rápido beso en sus labios para luego cerrar la puerta y caminar hasta recepción, donde hay una mujer de cabello rubio y tez pálida de mediana edad detrás de un mostrador.

-Buenas noches, muchacho, necesitas una habitación? -me sonríe amable.

-Buenas noches, si, necesito una habitación -le devuelvo la sonrisa.

-Vienes solo o con tu novia? -Yo me sonrojo.

-Vengo con... Una amiga -le sonrío.

-Oh, claro, una amiga -ríe y me da una llave- es el número 6 -me guiña el ojo.

Luego de agradecerle me dirijo hasta el coche casi corriendo, no me gusta dejar sola a Emma y menos si está triste.

Necesito abrazarla, besarla, decirle que todo está bien y que la apoyaré en todo, quiero decirle que la quiero, que estaré a su lado pase lo que pase.

Llego hasta allí y abro su puerta, la cojo en brazos y le pongo la alarma al coche. Busco el dúplex número 6 y cuando lo encuentro lo abro, me cuesta unos minutos ya que sigo con Emma en brazos pero lo logro, empujo la puerta con el pie cerrándola y dejo las llaves sobre la mesa, sujeto bien a Emma y subo las escaleras con cuidado de no tropezar.

La dejo sobre la cama y la tapo con unas sábanas que había dentro de un placard, dejo un beso en sus labios y bajo al piso

EMMA
·
Me estiro sobre mi cama lanzando un bostezo y huelo el delicioso café de...

Espera.

A mi no me dejan tomar café.

Lucy no prepara café.

Abro los ojos de golpe y me siento sobre la cama en forma de indio.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que esta no es mi habitación, esta no es mi casa.

Mierda, me había olvidado de la asombrosa cena familiar que tuvimos ayer y de que Jesús se enteró de la verdad y que a mí me bajó la presión y estaba perdida entre las nubes, seguramente parecía drogada.

Dios, cómo rayos reacciono ante Jesús ahora? Se habrá enojado conmigo? Estará triste por que piensa que no confío demasiado en él como para contárselo?

Tengo una camiseta puesta y no es mía. Me queda por encima de la rodilla y es ancha de color negro.

No puede ser, es la camiseta de Jesús.

Madre mía.

Si tengo puesta la camiseta de Jesús, eso sólo significa una cosa.

Que Jesús me desvistió y me vio en ropa interior.

Sé que no sería la primera vez que lo hace ya que estuve en ropa interior cuando fuimos al mar y ayer cuando me vestí, pero no es lo mismo.

Siento el calor en mis mejillas y las toco intentando que se vaya.

Suspiro y camino hasta las escaleras oliendo aún más fuerte el olor a café y a... Tortitas?

En mi cara se dibuja una sonrisa al ver cocinar de espaldas a Jesús sin camiseta, sin zapatos y con sus pantalones pitillos, tarareando una canción que sale de su móvil.

Me acerco a él por la espalda insegura por mi próximo acto.

No sé si estará triste, enojado, decepcionado o feliz. No sé siquiera si me sigue queriendo.

El cariño se puede acabar de la noche a la mañana?

Paso mis brazos delicadamente por su espalda y me agarro a mi propia muñeca en su abdomen abrazandolo por detrás.

Cuando siente mis manos en su cuerpo sus músculos se tensan y suelta un suspiro dejando de cocinar.

-Hola -susurro tímida y bajo.

-Buenos días bella durmiente -se da la vuelta apoyándose en la encimera- Dormiste bien? -acaricia mi cintura.

-Si, gracias. Por todo.

Me pego más a él y hundo la cabeza en su pecho escuchando los latidos de su corazón.

-Lo siento, perdóname, de verdad yo quería contártelo, pero fui egoísta -me mira confundido- fui egoísta porque cuando estoy contigo me olvido de los problemas, contigo todo es lindo, me centré en mi felicidad ocultando mi tristeza sabiendo que tenía secretos importantes en ella, secretos que podrían hacerte daño y podrían hacerme daño a mí también. Lo siento.

-Tranquila, aunque me cueste, te entiendo, debe ser difícil y nada bonito hablar del tema. Por un momento pensé que no confiabas en mí como para contármelo, pensé que no me querías tanto como para revelar tu secreto conmigo. Y yo debo pedirte perdón por si pensaste que estaba enojado contigo, pero fue una sorpresa para mí descubrir eso y por parte de tu tía. La cual me cae mal, demasiado mal -reímos.

Yo estoy a punto de hablar pero Jesús me alza y me sienta sobre la encimera, luego me da un beso acariciando mi muslo.

-No hablemos más del tema, ya habrá tiempo después, ok? -Yo asiento- ahora, déjame terminar de preparar la merienda -me guiña el ojo.

-Jesús, qué hacemos aquí? -miro a nuestro alrededor.

-Oh, pues... Dormir -ríe- son una especie de casas de dos pisos en un campo gigante, es un duplex, te traje aquí ya que seguramente si íbamos a tu casa intentarías ignorarme -me sonrojo y él me mira.

Veo de reojo cómo muerde su labio y camina hacia mí, se posiciona entre mis piernas y acaricia mi rostro.

-Te he dicho ya que me vuelves loco? -me da un beso- Me pareces tan adorable -ladea la cabeza- Y cuando te sonrojas me dan ganas de comerte toda tu preciosa cara a besos...

Lo callo con un beso y poniendo mis manos en su mandíbula.

Él las pone en mi cintura y hace un poco de fuerza para apretarme contra él.

Deja caricias en mi espalda por encima de la camiseta y yo toco los costados de su rostro con delicadeza y timidez.

El beso poco a poco sube de tono y un escalofrío recorre mi espalda cuando su lengua se encuentra con la mía y sus manos van hasta mi trasero.

Lo aprieta y sale otra vez el ruido, es como un grito ahogado que se queda a mitad de mi garganta, no sé, es raro.

La falta de aire nos hace apartarnos con las respiraciones agitadas, observo fijamente los ojos brillantes de Jesús y me doy cuenta de que sus pupilas están dilatadas.

-Tienes las pupilas dilatadas -toco sus pómulos con mi pulgar.

-Tu también -muerde su labio- sabes por qué las tenemos así? -traga saliva y yo niego- por la atracción -coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja- cuando piensas en la persona que te gusta, tus pupilas se dilatan -yo asiento y él sonríe- Y por la cara de confusión que has puesto tampoco sabes qué es lo que salió de tu boca cuando hice esto -aprieta de nuevo mi trasero mordiendo mi labio lentamente y yo emito el sonido otra vez negando- se llama gemido, y lo produces cuando algo te da placer -Yo hago una mueca- no tiene que ser si o si sexual, lo puedes emitir hasta cuando pruebas tu comida preferida luego de mucho tiempo -reímos.

-Me agrada que me expliques estas cosas, creo que si me lo explicara alguien más me daría mucha vergüenza, pero contigo no -me sonrojo.

-Me gusta ser el primero en tu vida, en todos los sentidos buenos -me besa otra vez.

Without Lies - [ Jesús Oviedo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora