C.40: "Las apariencias engañan"

26 1 1
                                    

EMMA
·

Jesús posa su mano en mi rodilla mientras conduce y yo tengo el rostro apoyado sobre la ventanilla mirando las gotas de agua que caen lentamente sobre ella.

Recuerdo que cuando era niña y llovía, para no aburrirme en el viaje imaginaba que las gotas jugaban una carrera y así podía pasar horas y horas riéndome, pero hoy, se me hace extremadamente aburrido.

Suspiro cerrando mis ojos y enderezo mi cabeza.

-Todo saldrá bien -murmura Jesús cuando paramos en un semáforo.

-La cuestión no es que todo salga bien, es cuando terminará -abro mis ojos y ladeo mi rostro mirándolo.

-Pronto nena, pronto -él suspira.

-Aún no entiendo por qué quieres que vaya -resoplo- nosotros ya sabemos que no es verdad, que no tengo cáncer, que no me hacen falta más pruebas y que todos allí me mienten, no necesito seguir yendo, no necesito sufrir más ni mucho menos preocuparme por algo que no tengo... -me interrumpe.

-No sabes lo que tienes! -levanta el tono y yo me sorprendo- Emma, no sabes lo que tienes. Si, sabes que no tienes cáncer, pero acaso sabes si tienes o no alguna otra enfermedad?! Acaso sabes si esa enfermedad es igual o incluso peor que el cáncer e igual puede causarte la muerte?! Piensas que estos análisis te los hacen solo por gusto o diversión? No Emma, algo tiene que haber detrás de esto, alguna otra enfermedad, algo raro en tu sangre o en alguna parte de tu cuerpo. Todo esto no es un chiste y eso te lo puedo asegurar aunque no tenga ni la menor idea de por qué y para qué te hacen estas pruebas -se pasa las manos por su cabello y yo me quedo muda- Diablos! -golpea el volante- Emma, si tu mueres yo... -noto que sus ojos se inundan de lágrimas y echa la cabeza hacia atrás- No sé que mierda haría sin ti! No puedo vivir sin ti! Qué parte no entiendes?! -una lágrima desciende por su mejilla y mi vista se nubla.

Yo me quedo boquiabierta y con un nudo en mi garganta, él tiene razón, nunca lo había pensado de ese modo y me quedé sin palabras. Al ver a Jesús como un niño indefenso llorar por el pensamiento de que yo pueda morir me partió el alma y todo el cuerpo en miles de pedazos.

Él limpia con el puño de su sudadera las lágrimas que aún salen de sus ojos como dos cascadas y sin mediar palabra arranca el coche nuevamente en dirección a los laboratorios.

Todo lo que resta del camino lo pasamos en silencio, yo evito mirar a Jesús y me concentro en observar a la gente caminar con su paraguas por la acera.

Llegamos al gran establecimiento y suspiro entrecortado.

Siento la mano de Jesús coger la mía y lo miro sorprendida.

-Lo siento mucho, te he hablado muy mal, pero no pude contenerme, lo siento nena... -hace una mueca y aparta la mirada.

-No tienes por qué disculparte, te entiendo, creo que en tu lugar yo estaría igual o incluso peor que tú -suelto una risita y agacho la cabeza- No había pensado antes la posibilidad de que tenga alguna otra enfermedad que podía ser peor que el cáncer, supongo que estaba emocionada por no tenerlo -encojo mis hombros.

-Te entiendo... -suspiramos los dos al mismo tiempo y nos miramos con una sonrisa.

-Supongo que tenemos que entrar... -observo el lugar por segunda vez y Jesús hace un sonido de aprobación- Y supongo que tenemos que hacer como si no supiéramos nada -él emite nuevamente en sonido- genial -respiro antes de salir del coche.

Espero parada con la vista pérdida a en lo alto del edificio y Jesús se posa a mi lado entrelazado su mano con la mía, yo trago saliva y lo miro para luego asentir y comenzar a caminar hacia la gran entrada de cristal que ya recuerdo de memoria y tuve pesadillas cuando era niña.

Without Lies - [ Jesús Oviedo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora