C.23: "Es un placer, Theresa"

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EMMA
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Jesús despega el móvil de su oreja y suspira mirándolo, yo frunzo el ceño y me acerco a él, le rodeo la cintura con mis brazos y apoya su mentón en mi cabeza.

-Quién era? -subo mi cabeza y miro sus ojos.

-Nadie -evita mi mirada. Miente.

-Jesús... -hago una mueca.

-Era... -suspira- era tu padre.

-Oh -miro hacia la derecha y muerdo el interior de ni mejilla.

-Me llamó para saber si estaba todo bien y para preguntar a que hora llegábamos -veo de reojo como ladea la cabeza- Ey, no llores.

-Estoy intentando no hacerlo, pero pienso en todo lo que viví, en las veces que me engañaron, en las veces que me intentaron meter en la cabeza que esto era mentira y yo no les creía, soy una...

-No digas que eres una imbécil por qué no es así -me interrumpe.

Jesús está serio, con el ceño fruncido y los labios en una fina línea.

-Está bien -suspiro- venga, nos tenemos que ir -dejo un pico sobre sus labios.

Me separo de él y subo las escaleras, busco mi vestido y cuando lo encuentro sobre una silla lo cojo y me fijo que Jesús no me esté mirando.

Sé que él fue quien me quitó el vestido y me vio en ropa interior en dos ocasiones ya, pero igualmente me da vergüenza que me mire, por lo que rápidamente me saco su camiseta y me pongo el vestido, acomodo las tiras para que no se vea nada y me miro en un espejo, acomodo un poco mi cabello y cojo de la cama la camiseta de Jesús.

Bajo las escaleras descalza con los incómodos zapatos en mis manos, miro a Jesús y él me mira de pies a cabeza.

Cuando estoy frente a él, noto como traga saliva y sé que trata que sus manos no se pongan sobre mi cintura.

Le muestro su camiseta y él la coge, se la pasa por la cabeza y luego me mira a mi, estira su brazo y me ofrece la mano, la cojo sonriendo nerviosa al notar las mariposas revolotear en mi estómago.

Jesús coge su chaqueta y me la pasa por los hombros cuando yo paso por delante de él.

Giro el rostro y le dedico una pequeña sonrisa llena de nervios como agradecimiento.

Tengo un nudo enorme atorado en la garganta que apenas me deja respirar y no se va a pesar de que trague cada cinco segundos saliva.

Siento que si emito si quiera un monosílabo, mi voz se quebrará y comenzaré a llorar sin consuelo.

Trago por milésima vez saliva y Jesús pone su brazo por mis hombros, cierra la puerta con llave y caminamos hasta un pequeño lugar que supongo que es recepción.

Al pasar la puerta de cristal visualizo a una señora detrás de un mostrador y a una chica pelirroja recostada sobre un sofá color rosa leyendo una revista de moda, en su portada puedo ver a Shawn Mendes posando para Calvin Klein, madre mía.

Sigo mi camino hasta el mostrador y la señora nos dedica una amable y gran sonrisa al vernos.

-Buenas tardes, como estáis? Espero que hayáis pasado una linda noche -nos habla emocionada y ladea la cabeza.

-Sí, muchas gracias -le sonrío de igual manera y cojo la mano de Jesús.

-Me alegro -se saca sus gafas- en qué puedo ayudaros?

-Ya nos íbamos, vinimos a dejarle la llave -Jesús la deja sobre el mostrador y la señora las coge.

-Muchas gracias -las coloca sobre un llavero en su pared, lleno de numeros y llaves.

Without Lies - [ Jesús Oviedo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora