C.39: "Te lo prometo mi vida"

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JESUS
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Emma sonríe y yo acaricio su mejilla, muerde su labio y me besa, pero lo interrumpe con un bostezo.

-Lo siento... -murmura sonriendo avergonzada.

-No pasa nada preciosa -río dulce- tienes sueño? -ella asiente.

Lamo mis labios y paso un brazo por debajo de sus rodillas y el otro por su cintura, ella suelta un gritito y posa sus brazos sobre mis hombros, camino hacia la habitación y al llegar destiendo la cama con mi pie haciendo equilibrio y riendo con Emma.

Cuando lo consigo me tiro de espaldas y ella queda sobre mi pecho acurrucada luego de coger las sábanas y pasarlas por encima de nosotros.

Noto su suave respiración sobre mi cuello y cómo sus manos se relajan en mis hombros cuando se duerme, me quedo unos minutos en silencio y cada vez que cierro los ojos a punto de dormirme me imagino involuntariamente a Emma, es algo irreal.

La primera vez, fue su risa, solo se veían sus brillantes dientes, sus rosados labios y se podía escuchar el adorable sonido que hace cuando lanza una carcajada.

La segunda vez, fueron sus ojos, se veían esos profundos y brillantes ojos cafés y se podía apreciar como se hacinaban cuando sonríe o cuando ríe.

La tercera vez, fueron sus mejillas, siempre muy sonrojadas debido al pálido de su piel y se notaba como aumentaba el sonrojo, a parte de sus adorables pequitas.

La cuarta, fueron sus manos, pequeñas y perfectas, sus uñas pintadas de rosa y medianas, sus finos dedos y el lunar que tiene en el dorso de la derecha.

La quinta, fue su pelo, su marrón, suave, lacio y brillante cabello, un poco más debajo de los hombros, moviéndose con la brisa y formando torbellinos.

La sexta, fueron sus piernas, largas y bien formadas, ella caminaba y se podía notar como el músculo de su muslo se tensaba.

La séptima, fueron su cintura, pequeña y notoria.

La octava, sin duda alguna nunca la olvidaré. Fueron su trasero, redondo y perfecto, achuchable y tentador. Y sus pechos, fue el momento en el que la masturbé.

Diablos, son perfectos y, al verlos otra vez en mis sueños, no he podido evitar querer tocarlos nuevamente. Son medianos, la talla perfecta, encajan en las palmas de mis manos y sobra lugar, son suaves y su piel, al igual que la de todo su cuerpo, es blanca y con unas cuantas pequitas.

Y ya no pude ver más, no la pude terminar de apreciar debido a que noto un movimiento sobre mi abdomen que me hace despertarme de golpe.

Abro los ojos observando a Emma, que bota inocentemente casi sobre mi zona con una sonrisa y sus manos apoyadas sobre mi pecho y mis manos se van a su cintura velozmente parando sus movimientos. Ella me mira con el ceño fruncido, separa sus manos de mi pecho y deja de botar.

-Qué pasa? Te he hecho daño? -me pregunta mientras su sonrisa desaparece lentamente.

-Oh no, no me has hecho daño nena -acaricio el dorso de su mano y le sonrío dulce.

-Y entonces? Por qué me has parado así?

-Ay Emma, amo demasiado tu inocencia -murmuro apoyando mi espalda sobre la pared y ella frunce el ceño nuevamente.

-No lo entiendo.

-No importa, solo... No me despiertes botando sobre mi cadera, vale? -le digo intentando esconder una sonrisa perversa.

Ella se queda unos segundos en silencio mirándome directamente a los ojos y tengo que admitir que me ha puesto nervioso.

Luego sus ojos se abren como platos y sus cejas se curvan hacia arriba mientras que sus mejillas se sonrojan a la velocidad de la luz.

Without Lies - [ Jesús Oviedo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora