10: Quiero serlo todo

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Joaquín le dio un beso suave en la nariz que hizo a Emilio derretirse de ternura y ambos bajaron del carro para reincorporarse a la parte de adelante. Emilio recogió las cosas que había preparado de la sorpresa y las guardó en la parte de atrás. Durante el camino ambos se sentían muy contentos, pero de repente se sintieron demasiados nervioso como para decir cualquier palabra. Querían decir mucho, pero de sólo recordar lo que había pasado hace un momento, los besos, las caricias, se estremecían que sentía que ante cualquier palabra su voz temblaría. Joaquín fue el primero en hablar.

Joaquín: Entonces...te gusto...

Emilio: ¿De verdad aún lo dudas? –dijo en un tono un poco coqueto refiriéndose a que hace un momento se comían a besos. -En serio, te estoy siendo lo más sincero que puede existir.

Joaquín: Lo sé y lo agradezco...pero entonces, ¿qué somos?

Emilio: ¿Qué quieres que seamos?

Joaquín: Sinceramente, quiero serlo todo...quiero ser todo para ti... -temía sonar egoísta o algo caprichoso, lo que menos quería era presionarlo. Había dicho que le gustaba, pero Joaquín sentía que moría de amor por él. Sintió que ambos sentimientos aún no podían compararse. Sin embargo, la respuesta de Emilio, lo sorprendió e hizo que su pecho se sintiera cálido.

Emilio: Eso ya lo eres –sonrió un poco, se sentía muy feliz de saber que existía alguien en el mundo que lo quisiera como Joaquín Bondoni, y quererlo, era lo mejor que le había pasado. –Pero sé a qué te refieres. Quiero hacer las cosas bien, Joaquín, por ti, sólo aguántame otro poco, ¿sí? Prometo no te arrepentirás...

Joaquín: Sé que no. Confío mucho en ti. Caminaría con los ojos vendados sólo si es de tu mano.

Emilio: Wow, eso no me lo esperaba...

Joaquín: ¿Qué?

Emilio: Señor, creo que acaba terminar de robar todos los pedazos de mi corazón... -lo miró rápidamente y le mandó un beso.

Esto hizo que las orejas de Joaquín se tornarán rojas, de verdad no podía creer que todo lo que había ocurrido era parte de la realidad. Por un instante sintió un miedo terrible de que estuviera a punto de despertarse, que volvería a la realidad dónde Emilio es feliz con su novia. Pero no ocurrió, el trayecto a su casa seguía y Emilio lo miraba de una forma tan dulce, tan llena de amor. Llegaron a la casa de Joaquín, pero Emilio le dijo que no se bajara ya que él quería abrirle la puerta para él. Lo acompañó hasta la puerta donde se despidieron tomándose de las manos.

Emilio: Descansa, solecito. Espero puedas soñar cosas bonitas.

Joaquín: Seguramente, ya que soñaré contigo –suspiró un poco –Aunque tengo miedo de dormir, ¿sabes? Siento que despertaré y me daré cuenta de que esto fue sólo un sueño.

Emilio: Ey, eso no pasará. Despertarás y mañana te seguiré queriendo, incluso puede que un poco más que hoy. Nada va a cambiar, yo estoy aquí y aquí me quedaré, a tu lado.

Se dieron un tierno beso y Joaquín entró a su casa. Del otro de lado de la puerta, Joaquín se quedó pegado a la puerta un instante en lo que escuchó que el carro de Emilio se alejaba. Había sido el día perfecto.

Su mamá venía bajando y lo vio pegado en la puerta.

Sra. Elizabeth: Joaquín...

Joaquín: Ma, hola.

Sra. Elizabeth: Ya es tarde, hijo... ¿Emilio te trajo a casa?

Joaquín: Si, y lo siento mamá, perdimos la noción del tiempo... -se sonrojó levemente.

Sólo si es contigo - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora