50: Girasol

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Emilio acababa de salir de un restaurante donde se despidió de los amigos de su amiga; ella por su parte se quedó con él para caminar un poco por las calles. Estaba anocheciendo y la conversación entre los dos fluía de buena manera.

Emilio: Tus amigos son increíbles... -dijo jugando un poco con su cabello.

María: Son algo intensos, pero les agradaste mucho. Realmente tú nunca has tenido problemas en agradarle a la gente.

Emilio: Bueno, ¿ya me dirás qué haces aquí? –miró como la chica se sonrojaba un poco desviando la mirada al techo.

María: Vine...a tomar decisiones –le sonrió –Sabes que los estudios siempre fueron importantes para mí, estudié mucho y escogí una carrera que me gustaba. Un día, me vi a mí misma, pasando 10 horas de mi día a día, encerrada detrás de un escritorio, sintiéndome completamente fastidiada.

Emilio: No te imagino sentada detrás de una computadora todo el día...

María: Ni yo –rio un poco –Es curioso, ¿no? Como vamos sobreviviendo al día a día, siguiendo cierto camino, y al voltear atrás, te das cuenta de todos los sueños que dejaste ir. No quiero eso, por eso, renuncié a mi trabajo y me escapé un ratito.

Emilio: ¿Y qué piensas hacer?

María: Aun no lo sé. Estoy pensando quizás hacer un posgrado y poder conseguir un mejor trabajo que me permita viajar...

Emilio: Yo recuerdo a una María con bastante determinación en sus venas, y una voluntad imparable. Sé que sigue por ahí y que lograrás todo lo que te propongas.

María: Gracias, Mailo –le sonrió -Y, ¿tú?, ¿ya me vas a pedir lo que quieres pedirme?

Emilio: ¿Lo sigo haciendo? –dijo después de soltar una ligera carcajada.

María: Sí, tienes esa carita de "necesito algo, pero quiero que tú me lo pidas" –rodó los ojos al ver como el rizado se encogía de hombros.

Emilio: Si necesito algo... –suspiró –Desde que subí al avión...no, desde antes, desde muchos años antes, tengo algo que quiero hacer en esta ciudad. No sé si pueda hacerlo solo, necesito un empujón... ¿me acompañarías a un lugar mañana?

***

Joaquín acababa de bañarse después de un largo día en la oficina y se encontraba arreglando sus cosas para volver a salir, en cuanto salió de su habitación observó a Matty saliendo de la cocina con una taza en una mano y su vista fija en su celular.

Joaquín: Matty, no sabía que ya estabas en casa –dijo sentándose junto a él en el comedor –Pensé llegarías más tarde de la academia.

Matty: Pedí permiso para salir temprano, tuve que renovar mi visa o si no, me dan una patada a Canadá –rio bajo –Me dio pena con Pier, porque ya no pude recibir a la gente nueva de L.A, pero esto era importante.

Joaquín: ¡Súper importante! No quiero que me dejes aquí solo –ambos chicos rieron y su amigo regresó la vista al teléfono –Y, ¿con quién hablas, tu jefe?

Matty: No, es Candy –sonrió levemente –Me está platicando como la recibieron en Chicago, dice que te odia por no ir.

Joaquín: Me odiaría más si hubiera ido. Y por cierto... ¿cómo van las cosas con ella?

Matty: ¿A qué te refieres? –observó como el castaño alzaba una ceja mirándolo acusatoriamente –Oh, no, ese tema es pasado. No hay nada entre Candy y yo.

Joaquín: No hay nada, porque tú no le has dicho nada.

Matty: Oh, Joaquín –se rio con nerviosismo –Yo creo que después de 6 años viviendo juntos cruzas una línea de ser el mejor amigo, el mejor roomie y ya no hay vuelta atrás. Además, ella tampoco ha dicho nada, y creo que ya se ha dado cuenta de mis sentimientos.

Sólo si es contigo - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora