47: Aristemo

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"Los recuerdos dentro de nuestra mente pueden resultan ser curiosos, sobre todo cuando existe mucho tiempo de distancia entre ellos; a veces son reales, pero otras se transforman en lo que queremos que sean, y, sin duda, siempre encuentran la forma de regresar y, quizás, el mismo sentimiento que ha roto nuestro corazón, sea el único que pueda curarlo. Buenos días, gente hermosa, ya volvemos con más música" 

Eso escuchaban los habitantes de la ciudad de Cuernavaca en la radio mientras la lluvia azotaba las calles; Gabriel acababa de estacionarse frente a una casa azul interrumpiendo las palabras; bajó algunas bolsas del supermercado e ingresó a la casa, dejando sus llaves y chamarra en la entrada.

Gabriel: ¿Emilio? –dijo buscando al chico rizado con la mirada –Ya llegué, ¿sigues dormido?

Se dirigió a la recámara en donde observó la cama destendida, pero sin rastro del rizado. Fue a la sala de música y, si bien, no estaba ahí, había múltiples hojas extendidas por toda la cola del piano negro de una esquina; entonces supo dónde buscarlo. Subió a la planta alta a un clóset dónde se guardaban los cobertores y cobijas. Al abrir, ahí se encontraba Emilio Marcos, dormido sin camisa junto a un jarrón con luces amarillas y una libreta abierta cerca de él.

Gabriel: Emilio, despierta –le acarició ligeramente la mejilla y sonrió al ver que el rizado movía los ojos ante su contacto –Despierta, galán.

Emilio: ¿Gabo? –abrió poco a poco los ojos hasta que se topó con el verde de los de aquel chico –Hola, ¿ya vas a dejar a los niños?

Gabriel: De ahí vengo –rio un poco –Ya pasan de las 10, Emi.

Emilio: ¿Las 10?, ¿neta? –se reincorporó en el suelo sentándose con las piernas cruzadas. –Entonces, te tardaste un poco...

Gabriel: La maestra de Kari me pidió hablar. Al parecer había un niño que la molestaba, además está lloviendo y hay mucho tráfico. 

Emilio: ¿Qué? Espera, espera... –se levantó sintiendo como el sueño se iba de golpe - ¿Alguien molesta a mi princesa? Hablaste con la maestra, ¿no?, ¿expulsaron al niño?

Gabriel: No –rio un poco ante la reacción del sorprendida del menor –Hablé con los padres del pequeño y ya todo está bien. Vamos a la cocina, te haré un café, ¿qué quieres desayunar?

Emilio: Ya veo, entonces golpearé a ese niño cuando lo vea... -Gabriel le dedicó una mirada reprobatoria haciendo que Emilio se encogiera de hombros –Bueno, ya...golpearé a sus padres; Quiero hot-cakes, por favor. 

Se dirigieron a la cocina y Gabriel se acomodó para comenzar a sacar todo lo necesario para preparar café y los hot-cakes solicitados por Emilio. Este se sentó al otro lado de la barra observando a su compañero.

Gabriel: Entonces, has estado componiendo –observó al rizado con una expresión ligeramente sorprendida –Siempre que buscas inspiración te encierras en el clóset con tus luces.

Emilio: Son luciérnagas –hizo un puchero inconscientemente y se encogió de hombros.

Gabriel: Luciérnagas –sonrió para sus adentros. –En fin, tengo una gran noticia para ti, te dieron el papel de la película. Este fin de semana nos iremos a L.A a revisar unos detalles y luego a Chicago.

Emilio: No mames, ¿neta me lo dieron? –Gabriel asintió sonriente y Emilio se levantó de su lugar para chocar puños con él –Hollywood, baby; que loco. Tiene mucho que no actúo, pero con tanta gira si necesito hacer algo diferente; no lo puedo creer, te dije que esas clases de inglés rendirían frutos.

Gabriel: ¿Te refieres a los cursos a los que te llevé a rastras? –alzó una ceja.

Emilio: No sé de qué hablas... -ambos soltaron una carcajada y el rizado sacó su celular pensando en las cosas que podría hacer estando en Chicago, nunca había ido a esa ciudad. Por alguna extraña razón, el rostro de Joaquín apareció en su mente, amenazando con pasearse por su mente por un largo rato. 

Sólo si es contigo - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora