Capítulo 21°: Luciérnagas y máscaras

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Luciérnagas y máscaras
(3/4)


Y de pronto llegará alguien que baile contigo, aunque no le guste bailar, y lo hará porque es contigo y nada más.

J. Luis Borges


Las noches son los escenarios perfectos para la magia. Magia como el viento que mueve los cabellos ahora grises de Yoongi, magia como las estrellas que guían nuestro camino hacia el Hotel Aquamarine.

El camino de piedra que lleva hacia la entrada hace que el taxi que nos ha recogido dé algunos tumbos durante el pequeño trayecto y estoy nervioso y expectante a partes iguales.

Yoongi me ha contado que la familia Jeon tiene demasiado dinero y son personalidades influyentes en la ciudad. Me ha dicho, sin embargo, que su padrastro jamás ha querido hacer parte del negocio textil de su familia y que, por lo tanto, ni él ni su hermano se han visto beneficiados de los lujos que poseen. Son solo noches como estas en las que Ji-Won, su madre, deja que la matriarca de los Jeon tome las riendas por algunas horas y se haga cargo de la preparación del gran evento del hijo mayor de la familia: su aniversario.

—Así que solo nos vemos una vez al año —me ha dicho Gi mientras se remueve incómodo en el asiento —lo cual es más que suficiente.

Le sonrío para tranquilizarlo mientras aprieto su mano con la mía, como una pequeña muestra de apoyo que he visto siempre en la conducta humana. Yoongi me devuelve la sonrisa justo cuando el conductor se detiene y tenemos que bajar.

Una vez el primer pie cae fuera de la cabina segura, inmediatamente me siento fuera de lugar. Yoongi rodea el auto justo cuando comienza a dar marcha en reversa y estira su mano para tomar la mía de nuevo, pero yo estoy demasiado concentrado en la vista como para siquiera escuchar lo que me está diciendo.

Hay muchas personas entrando al hotel y me siento agobiado. Vestidos de seda y tacones demasiado altos, cristales de swarovsky que devuelven el brillo de las estrellas con orgullo y trajes de tres y mil piezas. Colores opacos, rostros estoicos, inexpresivos, en los hombres y mucho polvo y color extravagante en los rostros femeninos y peinados de reinado con joyas incrustadas entre las hebras de los cabellos.

Todo fabricado y diseñado que me hace sentir maravillado y aturdido.

—Vamos, la fiesta es en el pent-house —dice Yoongi, con el rostro parecido a quienes hemos visto entrar con anterioridad. No le gusta estar aquí, puedo notarlo, así que me esfuerzo por sonreírle, por hacerle ver que el brillo artificial también proporciona luz.

Puedo diferenciar de inmediato a la familia Jeon de la familia materna de Yoongi. Los Choi llevan vestidos más sencillos y bonitos, elegantes, sofisticados, serios y tranquilos, sonrisas más tensas pero reales y labios rosas con pestañas largas y cabellos sueltos. Espontaneo y libre. Diferente.

Entramos a un ascensor vacío y le oigo suspirar, apegándose más a mi cuerpo y apoyando su frente en mi hombro como si ya estuviese agotado. Antes de que pueda apretar el botón del pent-house, Yoongi se me adelanta y presiona el que va directo a la azotea.

—Pensé que iríamos al piso-

—Lo sé.

—Yoongi, no me interrumpas —ruedo los ojos y él se ríe, mirándome lo que parecen ser horas hasta que las puertas se abren y me conduce por un pasillo que solo posee una puerta gris y pesada al fondo.

—¿Qué estamos haciendo aquí?

—Quería mostrarte algo cliché y predecible primero —me sonríe de medio lado y yo asiento mientras caminamos por el lugar deshabitado, haciendo eco en las paredes con nuestros pasos hasta que Yoongi abre la puerta de un solo empujón.

Ramé | K. SJ - M. YGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora