Capítulo 49°: Ojos color sol

2K 327 220
                                    



Ojos color sol



Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles.

Antoine de Saint Exupéry



Esta noche sueño con lluvia que se convierte en granizo sobre mi cabeza y una pequeña sombrilla de papel de aceite color azul como la flor del invernadero me protege los cabellos de la fuerte tormenta. Incluso si parece estar hecha de papel corrugado y su esqueleto de palitos de paleta, los pesados copos de nieve que caen con furia no aterrizan en mi cuerpo, sino que me rodean.

Me siento pequeño y a mi alrededor el pasto me saca varias cabezas de altura y los pesados copos de nieve que caen con furia son del tamaño de los cuencos de sopa. Mi sombrilla de papel azul me protege mientras abrazo mis rodillas que están raspadas.

Soy apenas un diminuto pedazo de ser en la tierra y la nieve se acumula y el petricor me marea.

A lo lejos, veo un punto brillante, que se ve distante, imposible de llegar a él en un día o dos, y la tormenta se hace más fuerte y los copos más grandes y mi sombrilla de papel azul parece querer romperse con el viento.

¿Puede ser oro?

Mis rodillas se han raspado, soy pequeño y vulnerable, hace frío y hace viento, mi ropa está húmeda y arrugada mientras me aferro a mi pequeña sombrilla. Y quizá no es una sombrilla porque no necesito sombra si no hay sol, quizá deba llamarlo paraguas, pero la nieve está congelada y pasarán días antes de que se haga líquido.

Si camino hasta el brillo que me ciega puedo morir ahogado si ocurre el deshielo de un momento a otro, y quizá entre la hierba haya monstruos de papel que mi paraguas azul no pueda combatir, y quizá si voy me cansaré, rasparé aún más mis rodillas, no tendré comida o me perderé.

Pero brilla tan fuerte que pienso que no importa y camino en medio de los truenos y los rayos que caen cerca de mí.

Me hundiré, es lo único que pienso, pero algo me grita, en algún lugar de mi mente, que tengo que atravesar la tormenta sin importar qué.

Apoyo mi paraguas contra el viento que intenta lanzarme por los aires y sus palitos de paleta están a punto de quebrarse en trozos milimétricos, el papel se agita en mi mano derecha mientras la izquierda intenta en vano proteger mis ojos de la tormenta. Avanzo poco cada vez, creyendo que he consumido kilómetros y kilómetros de distancia y mis pasos se hacen agujeritos que desaparecen tan pronto han aparecido y estoy a punto de darme por vencido cuando el sonido de lo que parece ser una caja musical llega hasta mí.

Mis dedos se despegan de mi frente y, en el horizonte, es una caja de cristal la que produce el brillo que me ciega.

Seokjin la sostiene entre sus manos.

Cuando mis ojos captan su sonrisa y el hermoso resplandor ambarino en su mirada, el viento cambia de dirección, elevando mi paraguas de papel de aceite por el que pobremente puedo aferrarme, gritando y lanzando mis piernas por los aires, y yendo tan alto que ahora puedo mirar el pasto desde arriba.

La risa de mi estrella me llega desde algún lugar en la tierra sonando como el lugar seguro en el que quiero estar, pero el viento no me deja descender, llevándome cada vez más alto, más lejos.

Ramé | K. SJ - M. YGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora