De los gritos del corazón
Todos tenemos problemas, pero los míos tienen unos ojos muy bonitos
—Andrés Ixtepan
Jin tiene la piel muy suave.
No es como si no me hubiese dado cuenta antes; tampoco es como si no le hubiese prestado atención, porque siempre lo noto. Pero están estos pequeños detalles de los cuales eres consciente pero nunca te detienes a señalarlo en voz alta, y he sabido que su piel es suave desde la primera vez que la rocé con la mía, Jodido cristo, incluso desde lejos puede verse que lo es. Sin embargo, es solo mientras está encima de mí en una pequeña cabina de tren que mi cabeza comienza a gritarme la urgencia de tocarle por todas partes solo para satisfacer la necesidad primitiva de comprobar su certeza.
Los labios de Jin son un mundo diferente de bálsamo para heridas, capaz de curar cada mal en la tierra con una sonrisa, con una palabra, con un beso, como los que le roba mi boca con desesperación y no me importa equipararlo para el resto de la humanidad, porque parecer egoísta por él no me resulta tan malo, tampoco.
Jin está sentado a horcajadas sobre mí sin apoyar su peso en mi cuerpo en absoluto, sosteniéndose sobre sus rodillas a cada lado del asiento y con sus manos en el respaldo de este para equilibrarse. Estoy a un nivel más allá de la comprensión racional mientras una de mis manos reposa con una tranquilidad que no siento en su cintura y la otra mantiene su rostro cerca del mío cuando nos hemos separado por aire.
—G-Gi — susurra entrecortado con el sonrojo más hermoso salpicando sus mejillas, haciendo juego con el cabello que ha caído despreocupadamente por su frente, enloqueciéndome solo un poquito más ante el desastre que da vida a su belleza, haciéndolo lucir casi terrenal, pero con el mismo toque mágico, inalcanzable, que solo ha bajado a la tierra por mí.
No tengo idea de que Jin sepa la clase de poder que tiene sobre mi corazón, no tengo idea de que sepa que, si en este preciso instante, me pidiera cualquier cosa, yo lo haría. Y es aún más hermosa la certeza de que, aunque supiese todo aquello, jamás haría nada que me hiciese algún tipo de daño, que me quitara el control que él me ha ayudado a conseguir por mí mismo.
—E-Estoy casi seguro de que está algo así como prohibido hacer esto —susurra, con los ojos puestos en cualquier otro sitio menos en los míos.
—¿Y qué es esto, cariño? —sonrío.
—Sabes de lo que hablo, no me harás decirlo —Jin golpea suavemente mi pecho, con las mangas del buzo a rayas demasiado largas envolviendo sus manos como garritas o pequeños puños, dejándose caer sobre mis muslos sin miramientos, demasiado cerca de mis rodillas y haciendo que mis brazos viajen inmediatamente a su espalda para evitar que caiga.
Jin cruza los brazos sobre su pecho y me mira con un mohín en los labios, imperturbable ante nuestra posición y mi mirada que, seguro como la mierda, es descarada. Él luce mucho más pequeño de lo que es, el gran suéter dejando ver parte de su clavícula y la piel impoluta de uno de sus hombros. Bajo mi mirada a su cintura delgada y sus piernas flexionadas hasta detenerme en sus rodillas que logran verse a través de los rotos del pantalón negro, dejando a la vista las raspaduras que no se han curado aún.
Frunzo el ceño porque es extraño que no se hayan sanado teniendo en cuenta que Jin puede curarse en segundos. Él nota mi mirada porque de inmediato mi rostro es jalado de vuelta al suyo, obligándome a enfocar sus ojos y devolviéndome a la realidad.
—Así que, está algo así como prohibido —digo entonces, pegando una media sonrisa en mi rostro —en los aviones también, y aun así la gente lo hace.
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Ramé | K. SJ - M. YG
FanfictionRamé: adj. Balinés. Dícese de algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo. Como las estrellas. Como Seokjin. Seokjin es una estrella hipotética e improbable. De esas que nacen de un deseo en un millón; de un humano en un millón y está listo para c...