Capítulo 39°: Una casa de mentiras y cristal en el suelo

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Una casa de mentiras y cristal en el suelo

Pero mi corazón sigue en llamas, con un deseo ardiente, voy a recuperarte, es nuestro destino.

Heartbeat-BTS

Descansar se convirtió en la última palabra de mi diccionario. Entre el tiempo que pude lograr que Jin se recuperara de su pesadilla y se volviese a quedar dormido, cerré los ojos por un promedio de dos horas o menos.

Ahora son las seis y media de la mañana y, luego de muchos días de sombra, el sol comienza a asomarse por las persianas que hemos dejado abiertas, como casi todas las noches. Acariciando toda la extensión de la espalda desnuda de mi estrella, los rayos de luz color ocre iluminan el camino de marcas enrojecidas que se pierden entre las telas azules.

Jin oculta su rostro sobre la almohada, entre sus brazos que acunan su cabeza y respirando con tranquilidad mientras las sábanas solo alcanzan a cubrir a partir de dos pulgadas del inicio de la curvatura de su trasero.

Está profundamente dormido, o eso puedo intuir por su respiración y el poco movimiento de su cuerpo, así que no quiero despertarlo, pero tengo que hacerlo desde que ambos suponemos ser trabajadores responsables.

Como he despertado antes, apago la alarma, porque sé que el sonido abrupto le asusta, y me levanto despacio, tomando mi bata del perchero de la esquina para caminar hacia la cocina con la intención de dejar preparado el café antes de ir a la batalla que supone sacar a mi estrella de la cama.

En mi camino, me topo con el regalo que Hoseok y mi hermano me dieron y sonrío, pensando en que puedo comenzar a llenar ese álbum de razones, así que tomo la pequeña cámara en una mano mientras respondo los mensajes de felicitación por mi cumpleaños con la otra.

Algunos minutos pasan, el café ya está listo y su aroma comienza a inundar el apartamento cuando me dirijo a la habitación. Y con la vista que me recibe quizá tengo que robar una porción extra o dos de oxígeno al asomarme por la puerta y apreciar la imagen que me saluda: Jin ha girado su rostro hacia la entrada, totalmente sereno con toda su piel descubierta y sus cabellos en cualquier dirección del mismo tono que ahora tienen sus mejillas, un poco hinchadas por el sueño, luciendo todo suave y hermoso y brillante y nada en la tierra podría haber detenido mi mano de intentar sacar esa bendita fotografía.

Tomo cuatro fotos en total, de su rostro, de sus hombros, de cuerpo completo, de sus labios, y las dejo en la mesa de noche, apoyando la cámara a un lado de estas cuando me inclino sobre la cabeza de Jin con la intención de dejar un beso en su frente y despertarlo con suavidad.

Sin embargo, como ya debía esperar de nuestras pequeñas batallas de poder, soy atacado inesperadamente cuando Jin, sospechosamente ya despierto, me toma por los hombros y me lanza hacia la cama con una risa traviesa que llena cualquier silencio que pueda haber en la ciudad.

—¡Gané! Tienes que ser más rápido, Gi —él me sonríe, con sus manos sobre mis mejillas mientras yo intento apoyar mis codos a cada lado de su cabeza para poder observarlo. La tela de la bata se ha abierto por el movimiento brusco, dejando gran parte de mi pecho, también marcado por sus labios, a la vista, y el trozo de tela que a duras penas le cubre es lo único que impide que el resto de nuestro cuerpo desnudo se toque.

—He perdido esta batalla, pero no la guerra, caballero de brillante armadura — pico sus labios antes de estirar uno de mis brazos hacia la mesita de noche, sacando mi agenda de ella y un plumero que siempre se enrosca en la espiral del cuaderno.

Jin y yo hemos comenzado una tonta regla desde hace un tiempo, gracias a la cual anotamos un pequeño deseo en mi libreta cada vez que alguno de los dos gana una batalla, ya sea una batalla sobre quien se despierta primero o una sobre quien se come los cereales más rápido antes de que se pongan aguados. Esto antes de enterarme de su traición en complicidad con el señor Lee.

Ramé | K. SJ - M. YGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora