Capítulo 5

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Ya habían pasado 3 horas de clase. Estábamos en el recreo todos juntos sentados en las escaleras de entrada del insti.

—Y que hacéis aquí por las tardes? —Les pregunté.

—Pues estudiar o tirarme en el sofá toda la tarde. Depende del ánimo que tenga. —Dijo María.

—¿Pero no salís? ¿No hacéis nada? —Insistí.

—Entre semana no mucho. —Comentó Marta. —Algun día ir a la playa si hace bueno.

—Es que no se que hacer por las tardes me aburro mucho. —Me quejé.

—Oye podrías venir algún día con mis amigos de nuestra zona. —Me dijo Carlos. —Vente esta tarde, hemos quedado para ir a la cala a tomar unas cerves y a surfear un rato.

—Pero si no se surfear. Además el agua tiene que estar congelada que esto es el Cantábrico.

—No hace falta que te metas al agua. Yo no lo voy a hacer, tengo cita en la peluquería esta tarde antes de quedar y no me quiero estropear el pelo. —Comentó el chico. —Que, ¿paso a buscarte y vamos andando?

—Venga vale. Mejor que quedarme en casa sin hacer nada.

»»»»»»»»»»»»

—Holaaa. —Saludé al entrar en casa. Mi madre estaba esperándome en el salón. Se me había pasado el enfado con ella, puede que haya sido muy poco comprensiva.

—Hola hija. —Me dijo con una sonrisa. —Ven tengo una sorpresa. No quiero que pienses que es por lo de ayer ni nada. Esto estaba encargado desde hace mucho ya.

—Escucha mamá, espera. —La detuve antes de que se pusiera a andar. —Que lo siento. Me pasé mucho ayer, entiendo que tengas tanto trabajo ahora con lo de poner todo en marcha y eso. Perdóname.

—No pasa nada hija. —Me abrazo. —Lo de que iba a pasar más tiempo en casa es verdad, te lo prometo. Y ahora ven conmigo.

Mi madre me cogió de la mano y me llevo a las escaleras. Subimos y justo antes de que se pudiera ver el segundo piso me tapo los ojos con sus manos.

—Una escalera más. —Me guío mientras yo no veía nada.

—Pero que pasa mamá.

—Ya verás. ¿Lista? —Asentí. —Sorpresa.

Me destapó los ojos y vi, en medio de la salita que había después del pasillo, un gran piano de cola negro. Me acerqué a él ilusionada y vi que era de Steinway & Sons. Siempre había querido tener un piano de cola pero la casa de Madrid era demasiado pequeña como para que cupiera.

—Jo mamá muchísimas gracias. —Fui y le di un gran abrazo a mi madre.

—Venga, toca algo. —Me animó.

Le hice caso y me senté en el taburete. Gracias al gran ventanal de la salita podía ver todo el mar y las praderas verdes del lugar. Además, el piano era super bonito. Comencé a tocar la pieza favorita de mi madre. Cuando terminé mi madre se acercó a mí y me volvió a abrazar.

—Que bonito. —Me dijo. —Sabes que me encanta oírte tocar.

—Muchas gracias mamá, de verdad.

En ese momento me llegó un mensaje al móvil. Era Carlos que ya estaba llegando.

 Era Carlos que ya estaba llegando

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Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora