Capítulo 25

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Estoy: sin palabras
Vamos a darle mucho a amor a Caronte y a todo lo que viene☁️💔
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El pecho de Natalia subía y bajaba lentamente mientras yo retrataba sobre un lienzo la preciosa imagen de la motera dormida en mi cama. Me había despiértalo hace ya un rato, Nat parecía tan tranquila y calmada ahí tumbada a mi lado que no quise despertarla, nada que ver con como estaba, estábamos, unas horas antes en esta misma habitación.

Flashback
Las simples caricias de Natalia, el simple roce de las yemas de sus dedos sobre la piel desnuda de mi torso me volvían loca. Estaba yendo despacio, tocándome con delicadeza y con cuidado, como si tuviera miedo de romperme si apretaba más de la cuenta. Estaba únicamente deslizando sus dedos con una velocidad ridícula desde la frontera que formaba mi pantalón hasta la que formaba mi camisa aún a medio desatar, pero es que ya solo con eso me quería morir.

Ella tenía esa capacidad para hacerme sentir deseada, y para hacerme sentir puro fuego bajo sus caricias. ¿Cómo es posible que algo tan poco sexual me hiciera sentir así? Tan... Tan desquiciada. Tan sedienta de su cuerpo.
Sus piernas reposaban a ambos lados de mi cadera, dejándome atrapada y sin ninguna escapatoria frente a su roce infernal. Aunque lo cierto es que no quería escapar.

—Alba, quiero que sepas que si en algún momento te sientes incómoda, tienes que avisarme... —anunció, mientras sus manos se deslizaban lentamente por mi pecho, jugando con el último botón de mi camisa . —¿Está bien?

Simplemente pude asentir, de verdad que mi cuerpo estaba totalmente rendido hacia su presencia. Ella se inclinó hacia mis labios con una tierna sonrisa, uniendo los suyos con los míos mientras por fin retiraba la última prenda que quedaba cubriendo mi torso. Yo no me quedé atrás, y es que si hay una cosa que tenía clara es que moría por el contacto piel con piel frente a ella. Así que no tarde apenas 15 segundos en igualar las condiciones.

Mis manos se ubicaron tras su nuca, tirando de su cuerpo para conseguir un mayor contacto entre nuestras lenguas. Quería fundirme con ella. No notar en qué punto exacto mi cuerpo dejaba de ser para convertirse en el suyo. Quería perder la noción de mí misma, y encontrar el límite en el que simplemente fuéramos una misma esencia. Y lo cierto es que sabía que Natalia iba a ser capaz de hacerme sentir así. De robarme el aliento con un sólo beso, o de hacerme perder la cordura unicamente con un roce. Y lo más importante; quería, deseaba que eso ocurriera.

Mis dedos viajaron por su pelo, enredándose en su lanosidad oscura y acariciando con delicadeza su cuero cabelludo. Sentía esa necesidad de hacerle ver a la morena que iba a estar con ella pasase lo que pasase, y en ese momento no se me ocurrió otra forma que demostrándoselo de la manera más humana y primitiva de todas. Quería amarla en todos los sentidos posibles, y que ella lo hiciera conmigo también. Estaba totalmente entregada. Y necesitaba que, con sus manos, me demostrara que tampoco se iría.

Como si me hubiese leído la mente, sus hábiles dedos se deshicieron fácilmente del botón de mi pantalón. Pero en ningún momento dejó de hacerlo con cariño y delicadeza. Me los quitó lentamente, haciéndome sufrir añorando mi piel desnuda en contacto con la suya.

—Eres preciosa... —susurró, mordiéndose el labio inferior mientras inspeccionaba mi cuero con su mirada.

Mentiría si dijera que en esos momentos no me sonrojé, pero es que sus ojos escaneándome me hacían sentir vulnerable. Más incluso que sus caricias.

—Si dices eso, es porque no te has visto en un espejo. —respondí mientras esta vez yo desataba sus pantalones. —Eres la mujer más perfecta que he conocido en mi vida.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora