Ya habían pasado casi dos semanas desde mi primera vez con Nat, y vamos a ser sinceros, me sentía en el cielo. En las mismísimas estrellas. Jamás había tenido una relación con otro chico y me había sentido tan en las nubes en tan poco tiempo. Simplemente era maravilloso, nos entendíamos a la perfección y de alguna forma siempre sabíamos lo que necesitaba la otra. Además de que podíamos hacer prácticamente cualquier cosa juntas: ya sea quedar con nuestros amigos, salir a dar una vuelta, quedar para estudiar, para hacernos compañía mutuamente quedándonos en silencio o incluso para echar la siesta abrazadas. Simplemente todo era perfecto, porque también sabíamos darnos nuestro propio espacio personal. En resumen, todo iba genial.
Pero según la gente dice, cuanto más en la cima estás, más dura es la caída. Y yo estaba en la puta punta del Everest.
Estábamos las dos solas en mi piscina cubierta, yo tumbada en una de las hamacas viendo como Natalia salía del agua y se dirigía hacia mi. Me quede embobada observando su cuerpo mojado solo cubierto por su biquini negro, me tenía loca.
—¿Que miras tanto rubia? —Me vaciló con una sonrisa.
—Pues que voy a mirar... —Agarre su mano tirando de ella para que se pusiera encima de mi.
Juntó nuestros labios pero fui yo quien tomó el control del beso, profundizando en su boca en un beso lento y largo en el que en ningún momento deje que lo controlara, dandole un pequeño mordisco a su labio inferior cuando nos separamos. Al volver a besarla noté como hizo presión con su rodilla sobre mi centro provocando que un pequeño gemido saliera de mi garganta.
—No puedes pretender besarme así y quedarte tan tranquila rubia. —Susurró en mi oído para luego morder el lóbulo de mi oreja. Y solo con eso ya había conseguido tenerme a su completa disposición.
Volvió a mis labios mientras que con su mano derecha acariciaba mi abdomen descendiendo cada vez más hasta el borde de la parte inferior de mi biquini, solo el tacto de sus yemas contra mi piel me hacía enloquecer de formas que nunca hubiera imaginado. En cuanto tocó la parte de mi cuerpo que llevaba ya rato deseando su atención mis ojos se cerraron y mis uñas se clavaron en sus espalda intentando no hacer mucho ruido. Cualquier persona podría entrar en esa sala en cualquier momento y sinceramente, eso me excitaba aún más.
—Rubia, mírame. —Dijo Nat con un tono más grave de lo normal.
Le hice caso abriendo los ojos, encontrándome con sus pupilas dilatadas mirándome me directamente. Me mordí el labio inferior instintivamente en un intento fallido de aguantar los gemidos que salían de mi boca. Tener a Natalia encima mío con su mirada que sentía que me traspasaba era simple te indescriptible.
—Bésame... —Le pedí con un poco de dificultad al hablar.
Juntó nuestros labios rozando nuestras lenguas además de aumentar el ritmo de su mano, haciendo que finalmente llagara, liberando sobre esa tumbona de piscina toda la tensión que había acumulado mi cuerpo unos segundos antes.—Joder Nat... —Comenté aún respirando con dificultad.
—Corto pero intensito eh rubía. —Respondió con su típica sonrisa dejando un tierno besito en mis labios.
—Y tan intensito... —Rodeé su cuerpo con mis brazos quedándonos en esa posiciónate bien rato.
—Ojalá pudiera quedarme aquí abrazadita a ti toda la noche pero tengo que irme Albi. —Dijo levantándose y tendiéndome la mano para que yo también lo hiciera.
—Noooo. No te dejo que te marches —Me queje poniendo cara de niña pequeña y abrazándome a ella. Nat se rió y juro que ese era el sonido más bonito del mundo.
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Runaway || Albalia
Fanfiction-Subete rubia. -Dijo extendiéndome su casco. -Te llevo. -Estas loca si piensas que voy a subirme ahí contigo. -Respondí señalando su moto. Dos mundos completamente distintos que se juntan en solo uno. Tal vez para huir de todo subidas en su moto.