Capítulo 27

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QUIMERA YA ESTÁ AQUIIIIIIIIII🥰🤤
Si podéis ir a alguna firma de Alba dadle mucho amor porfissss 🥺🥺
¿Cual es vuestra canción favorita?
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He de decir que la semana ha sido una mierda. Respecto a mi madre, claro. Todos los días haciendo comentarios hirientes sobre los homosexuales, insinuando que estaba enferma, o que era una fase de la adolescencia, o que de alguna forma podría curarme. Intentando hablarme sobre chicos guapos que conocía con los que podría tener una relación, o de hijos de compañeros suyos. Era simplemente surrealista. Aunque sin duda, la joya de la corona fue para la noche de la graduación de los de segundo.

Yo estaba en el baño secándome el pelo, con una toalla envuelta en mi cuerpo, cuando Marina entró ya vestida.

—Toma, aquí tienes el traje. —Dijo con una sonrisa y dejándolo colgado de la manilla de la puerta, a la parte de dentro. —¿Te queda mucho? Tengo que maquillarme y tengo todo en este baño.

—Si quieres puedes cogerlo, pero salgo ya. —afirmé mientas apagaba y desenchufaba el secador.

—Ah, pues vístete si eso y entro después. Aún hay tiempo. —dijo cerrando la puerta.

—¡Que sepas que estás más guapa sin maquillaje! —grité, para que me escuchara.

—¡Te quiero! —gritó ella también, haciéndome sonreír.

Todo iba genial hasta ese entonces, me puse un pantalón de traje negro y un top color crema que le había quitado a Nat e iría bajo mi americana también negra, aunque esa decidí no colocármela aún. Estaba ya peinándome cuando esta vez entró mi madre.

—Alba, he hablado con una compañera de mi trabajo.

—¿Y? —respondí algo borde. Lo cierto es que no nos dirigíamos apenas la palabra desde hacía una semana. No la miré, no al menos directamente. Dirigí mi vista a ella a través del espejo, pero durante décimas de segundo. Simplemente seguí peinándome.

—¿De quién es eso? —preguntó señalando mi ropa. Es increíble que pese a toda la que teníamos, sabía de memoria todas y cada una de nuestras prendas.

—Me lo ha dejado María. —mentí.

—¿Quién es María?

—Es una amiga. —respondí en un suspiro, aburrida por cómo se había obsesionado con Natalia y por cómo trataba de controlar todo.

—Vale. —aceptó. —Irás a la fiesta esa con el hijo de mi compañera, Pablo. Es un chico muy apuesto, educado y encima de una familia con una buena posición económica. Es perfecto para ti.

Yo solté una risa, totalmente incrédula.

—Estás de coña, ¿no? —dije para girarme hacia ella, con el peine en la mano. —Me parece muy fuerte que simplemente no aceptes que estuviera con una chica. Pero mira, lo puedo llegar a entender. Puedo entenderlo. —repetí. —Pero es que es muy fuerte. Que tengas una mente tan jodidamente retrógrada para pensar que estoy enferma y que de algún modo me puedes curar no me entra en la cabeza. Pero es que esto ya me supera. ¿Ahora me vas a casar con él? ¿Hemos vuelto al siglo XV? Tócate los cojones.

—O vas con él o no vas.

—No me puedo creer que de verdad estés haciendo esto. —Contesté llena de rabia. —¿Que coño te pasa en la puta cabeza?

—Tu a mi me hablas bien ¿Entendido? Y ya me has oído, o van con Pablo o te quedas en casa.

—De puta madre pues aquí me quedo. —Dije tirando el peine encima del lavabo y salí del baño. Vi a marina observando todo desde la puerta de mi habitación.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora